La modelo Aline Masson
Hacia 1876. Óleo sobre tabla, 61,5 x 48 cm. Sala 062Sobre un fondo de vegetación, en el que apenas y confusamente se distingue el enramado frondoso de algún parterre de boj, se destaca la figura de medio cuerpo de la modelo Aline. El primoroso perfilado de su rostro contrasta con el carácter abocetado de su indumentaria, con la que logra transmitir diferentes sensaciones táctiles de excepcional verismo. Las facciones tan personales de su atractiva belleza, que Madrazo siempre destacó de forma muy singular a lo largo de las innumerables veces que el artista la retrató. Esta, en cierta manera, idealización, poco tiene que ver con la efigie que de la misma modelo conocemos a través de los ojos de otro artista residente en París, Rogelio de Egusquiza, para quien también posó Aline.
Indudablemente, el encanto, la distinción y el lujo que desprenden los diferentes retratos de Aline tuvieron un incondicional mercado en la refinada burguesía parisina del último tercio del siglo XIX que se sintió identificada con estas actitudes que desprendían seguridad, prestancia, ambición, despreocupación, etc. La banalidad que muchas veces ostentaba este tipo de retratos queda evidente en un duro “mea culpa”. Esta intrascendencia temática, en el caso de Madrazo y en el retrato que nos ocupa, queda solapada por la maestría técnica del pintor, que con pinceladas certeras y brillantes va componiendo la figura con acertados toques marcados que resaltan la tersura de la piel, con puntos sutiles de luz para el reflejo de las joyas, con un dibujo preciso para contornear la línea de los ojos, con impactantes toques de bermellón, que hacer de esta pintura una de las más emblemáticas y seductoras de su producción.
Al igual que en el otro retrato de Aline del legado Errazu, para el marco, realizado en los talleres Lebrun de París, se empleó una pieza en desuso de roble viejo al que se le superpusieron unas molduras vegetales volumétricas de guilloché, en conjunción total con la extraordinaria calidad de la pintura y de la tabla engatillada que el pintor utilizó como soporte (Texto extractado de Gutiérrez Márquez, A.: "La modelo Aline Masson", en El legado Ramón de Errazu. Museo Nacional del Prado, 2005, pp. 163-164).