La Primavera
Segunda mitad del siglo XVI. Óleo sobre lienzo, 68 x 86 cmNo expuesto
Las Estaciones conforman el segundo de los tres ciclos de cuatro lienzos salidos de la bottega Bassano en la década de 1570 junto al de Noé y el de los Elementos, y como éstos, conoció un éxito extraordinario generando múltiples réplicas. Entre 1580 y 1600, los inventarios de la magistratura veneciana del Giudici di petizioni citan cinco series de Estaciones y 35 más de paesi e animali, y aunque silencian la autoría, no parece aventurado suponer que la mayoría debieron salir de los diferentes obradores de la familia Bassano. Tal como lo concibió Jacopo hacia 1574-1575, el ciclo de las estaciones resultaba totalmente novedoso en el panorama italiano por no recurrir al lenguaje alegórico para su visualización, y ser la primera vez que no eran pintadas para un emplazamiento determinado. Al representarlas mediante paisajes poblados por personajes ocupados en las tareas propias de cada estación (como la caza y la recogida de flores en Primavera, la siega del trigo y el trasquilado de la lana en Verano, la siembra y la vendimia en el Otoño, o la poda y la reunión en torno al fuego en un Invierno nevado), Jacopo demostró conocer precedentes nórdicos, probablemente los grabados de Hieronymus Cock sobre diseños de Pieter Brueghel el Viejo y Hans Bol del año 1570. En 1648, Ridolfi dejó una detallada descripción de cuatro lienzos con las Estaciones de Jacopo en la residencia del pintor y marchante veneciano Nicoló Renieri. Ridolfi añadía que la primera de estas series fue enviada por Jacopo a Venecia exponiéndose en la esquina de San Mosé, y que a ésta siguieron otras muchas. La de más calidad, atribuida a Jacopo y Francesco, se conserva en el Kunsthistorisches Museum de Viena: Primavera (inv. 4.302) Verano (inv. 4.303) con idénticas medidas (78,5 x 110,5 cm), y Otoño (inv. 4.303) ligeramente menor (75,5 x 109 cm). El Invierno (inv. 2.869) prácticamente perdido y de peor calidad, se atribuye únicamente a Francesco y probablemente no perteneciera a la serie original. Los lienzos de Viena incluyen en el paisaje pequeñas escenas bíblicas: la Expulsión de Adán y Eva en la Primavera; el Sacrificio de Isaac en el Verano; Moisés recibiendo los mandamientos en el Otoño, y Cristo portando la cruz en Invierno, ausentes en los descritos por Ridolfi en casa de Nicoló Renieri y en otras series tardías salidas de la bottega como la del Prado.
Las Estaciones del Prado derivan del ciclo vienés, del que toman la composición general y varias figuras concretas, como el joven cazador con tocado rojo en compañía de dos lebreles de la Primavera. Todas las escenas están presididas por el monumental Monte Grappa en la lejanía, lo que refuerza el carácter cíclico de la serie y permite visualizar mejor los cambios inherentes a cada estación. Las diferencias radican en su menor tamaño y en la ausencia de los pequeños episodios bíblicos en el paisaje, pero también en su inferior calidad. Si bien ambas series salieron de la bottega, la vienesa fue ejecutada por Jacopo y Francesco, mientras en la de Madrid tal tarea correspondió a miembros menos dotados del obrador. Aunque el conjunto sea bastante efectista, son evidentes los defectos en el tratamiento de la anatomía de ciertos personajes, especialmente en las figuras femeninas agachadas (Texto extractado de Falomir, M.: Los Bassano en la España del Siglo de Oro, Museo Nacional del Prado, 2001, pp. 117-120).