Puerto de Rouen
Hacia 1884. Óleo sobre lienzo pegado a lienzo, 36,5 x 59 cm. Sala 063AA la etapa de plena madurez del artista pertenece este bello estudio que representa el Puerto de Rouen, capital de la Normandía, región que Haes visitaría durante varios veranos entre 1877 y 1884, acompañado de su discípulo Jaime Morera. Este bellísimo apunte está resuelto con una factura sumamente abreviada y escueta, que describe con toques amplios y quebrados del pincel el cielo plomizo cubierto de nubes sobre el que se recortan las arboladuras de los barcos y los lejanos perfiles de la ciudad, recreados con un primoroso refinamiento, de gran delicadeza pictórica, logrando con muy poca materia efectos plásticos de total maestría como los reflejos sobre la superficie verdosa del agua en su línea de horizonte o el denso humo de la grúa a vapor del primer término.
Si Carlos de Haes logró enorme fama y reconocimiento público con sus grandes paisajes de composición, de los que es ejemplo máximo La canal de Mancorbo en los Picos de Europa, su faceta más íntima y sincera como verdadero renovador de la pintura de paisaje en España la constituyen sus espléndidos estudios al óleo pintados del natural que, junto a gran cantidad de apuntes a lápiz, legaría como testamento artístico a sus discípulos más queridos. Efectivamente, Haes fue conservando en su poder a lo largo de su vida la gran mayoría de los estudios al óleo que pintaba en sus salidas al campo, solo o acompañado de sus discípulos, a los que enseñó la captación directa del paisaje al aire libre, cambiando así la manera de entender este género por las nuevas generaciones de paisajistas españoles que asistieron a sus clases. Son apuntes instantáneos tomados del natural en una sola sesión, seguramente de no más de una o dos horas, realizados sobre telas, cartones o papeles de pequeño tamaño, recortados teniendo en cuenta el formato del maletín de madera que el pintor portaba en sus excursiones y que luego le servía en el campo de caballete portátil, donde los fijaba con tachuelas, cuyas huellas son todavía apreciables hoy en el perímetro de la mayoría de ellos. De vuelta al taller, el propio Haes procedía al montaje de sus estudios más frágiles en soportes de mayor rigidez y consistencia, conservándose así hasta hoy en su práctica totalidad (Texto extractado de: Díez, J. L.; El Siglo XIX en el Prado, Madrid: Museo Nacional del Prado, 2007, pp. 284-289).