Retrato de caballero
1550 - 1555. Óleo sobre tabla, 101 x 64 cm. No expuestoExiste una obra en Capodimonte que Michel Hochmann identificó con el quadretto corniciato de pero tinto con un ritratto di un giovane, in pietra di Genova, di mano del medesimo [Daniele] incluido en 1600 en el inventario de bienes del anticuario Fulvio Orsini (1529-1600). El Daniele citado es Daniele Ricciarelli, Daniele da Volterra, y la atribución parece sólida dados los lazos que unieron a Orsini con Volterra, ambos estrechamente asociados con la familia Farnese, y al hecho de que en la redacción del inventario se siguieran atribuciones dejadas por su propietario. Es incluso probable que Orsini adquiriese bastantes de las pinturas que quedaron en el taller de Volterra a su muerte, lo que explicaría el elevado número de obras suyas que poseía (doce), y que muchas estuvieran inacabadas, como podría ser el caso de la de Capodimonte. Se entendería también así que Orsini ignorase la identidad del modelo, al no ser él quien habría encargado el retrato.
Lo que parece evidente es que las obras del Prado y de Capodimonte fueron realizadas por el mismo pintor y que una sola es la identidad del retratado. Más delicado es fijar el estatus de la pintura de Capodimonte. Se ha señalado que se trata de una pintura inacabada y ciertamente lo está, pero es un inacabado selectivo, contrastando el rostro, muy detallado, con la indumentaria, apenas esbozada. Estas circunstancias, así como el formato reducido al busto, sugieren que estamos ante un ricordo (de ahí la atención prestada al rostro, imprescindible en cualquier retrato), realizado para satisfacer eventuales encargos, lo que explicaría que Volterra lo conservase en el obrador. Como tal se asemejaría al retrato del Papa Clemente VII de Sebastiano del Piombo en Capodimonte, procedente igualmente de la colección Farnese y del que quizá fuera también propietario Fulvio Orsini. En ambos casos estaríamos ante ricordi realizados sobre pizarra que permanecieron en el taller de sus artífices hasta su muerte. Respecto a las pinturas aquí comentadas, desconocemos si la del Museo del Prado es la primera versión -lo más probable dada la inexistencia de otras similares-, o si se pintó a partir del recordatorio de Capodimonte. Ciertas semejanzas con el David y Goliat conservado en el Louvre, realizado también sobre pizarra hacia 1555, sugieren una datación cercana para estas obras.
La inexistencia de otros retratos de Volterra plantea el problema de cuáles fueron sus modelos en este género, pues el miguelangelismo que impregna el resto de su actividad pictórica se revela aquí insuficiente. El ejemplar del Museo del Prado delata que fue permeable a las enseñanzas de los dos principales retratistas activos en Roma cuando llegó a la ciudad en 1535: Jacopino del Conte (c. 1515-1598) y sobre todo Sebastiano del Piombo (1485-1547). Volterra habría aprendido de Piombo la comentada técnica de la pintura sobre pizarra y el modo de componer los retratos, ubicando al modelo de medio cuerpo ante un fondo oscuro y sirviéndose de un violento contraste de luces y sombras, más acusado en el rostro, para acentuar el volumen de la figura, que adquiere una tridimensionalidad similar a la de sus pinturas al fresco y que delata su interés por la escultura.
Respecto a la identidad del retratado, nada seguro puede aventurarse más allá de su condición nobiliaria, avalada por el mandoble o montante en el que descansa el brazo izquierdo, y sus inquietudes intelectuales, que justificarían la inclusión del libro sobre el que posa la mano derecha (Texto extractado de Falomir Faus, M.: El retrato del Renacimiento, Museo Nacional del Prado, 2008, pp. 341-342).