San Francisco de Borja y el moribundo impenitente
Segunda mitad del siglo XIX. Lápiz negro sobre papel verjurado, 352 x 273 mmNo expuesto
La carencia de dibujos de Goya con estudios de composición, especialmente a lápiz negro y con un uso abundante del difumino, impropio para este tipo de dibujos a finales del siglo XVIII, impide aceptar la atribución tradicional de esta obra a su mano, que resulta por tanto sin parangón entre los dibujos conocidos del artista.
La probable, pero no documentada, procedencia de la colección de Valentín Carderera, en la que se encontraba un importante conjunto de dibujos de Goya que constituye hoy uno de los núcleos de la colección del Prado, tampoco garantiza su autoría, pues en ella existen copias realizadas por el propio Carderera de dibujos del Álbum A o de Sanlúcar, algunos de ellos desaparecidos y solo conocidos a través de estos dibujos. En ellos, que quedaron en manos de la familia hasta su venta al Museo del Prado en 1963, hay anotaciones con grafía similar, cuyo cotejo con el de otras inscripciones de dibujos o escritos suyos, permite plantear que este dibujo fue de su propiedad y es posible que también de su mano. Curiosamente, en ninguno de los textos escritos por Carderera sobre Goya señala la existencia de un dibujo original relacionado con este tema, pese a que menciona los bocetos preparatorios y las pinturas finales. En el inventario y tasación de los dibujos de Goya de su colección que hizo el mismo Carderera en 1879, y que luego fueron vendidos en 1886 al Prado por su sobrino Mariano, no figura este dibujo. Esta circunstancia no demuestra que fuera vendido anteriormente ni que quedara en manos de la familia o fuera traspasado después por sus herederos a otro coleccionista. Este dibujo llegó al Prado en 1931 formando parte del Legado de Pedro Fernández Durán, en el que había otros seis dibujos que se relacionan con conjuntos que habían pertenecido a Carderera y que, como se ha dicho, pasaron al Prado en 1886. No es posible determinar cuándo lo adquirió Fernández Durán, pero es de suponer que fuera comprado directamente a Carderera o a su sobrino Mariano en los años finales del siglo XIX, aunque también pudiera proceder de Isidoro Brun, a quien Fernández Durán, según noticias contemporáneas, adquirió su colección de dibujos, y que además había sido albacea testamentario de Carderera.
La escena se relaciona con el segundo de los cuadros de altar de la capilla de los Borja en la catedral de Valencia, de 1788, financiada por la condesa-duquesa de Benavente y duquesa de Osuna, descendiente por su familia del santo jesuita del siglo XVI. Presenta el dibujo numerosas variantes respecto al lienzo. Sin embargo, lo que más separa a este dibujo de los de Goya es la técnica débil e indecisa usada en la consecución de la estructura de las formas, en la comprensión y reflejo de las anatomías o en el modo de representar determinados detalles, como las manos, los ojos y la boca del santo por medio de abreviaciones que no consiguen definir o representar convincentemente esos elementos fundamentales. Carderera, pintor y dibujante, copió dibujos de Goya, algunos perdidos posteriormente, imitando la técnica de este. Es posible por todo ello pensar que el dibujo para el moribundo impenitente fuese de Carderera, profundo admirador de Goya, coleccionista apasionado de sus dibujos y estampas, y que escribió, además, los primeros e interesantes artículos sobre aquél. No es posible en este caso tener la seguridad de que el dibujo, que se propone aquí como de Carderera, aunque con dudas, sea copia de un “primer pensamiento” de Goya para el cuadro de Valencia y no simplemente una invención de su autor a modo de pastiche, llevado de su admiración por el gran pintor.