San Miguel
1475 - 1485. Técnica mixta sobre tabla, 123,5 x 60,8 cm. Sala 051ASan Miguel arcángel, representado como joven caballero vestido con armadura cuatrocentista, alancea a Satán, que, rendido a sus pies (Apocalipsis XII, 7-9) en figura de dragón, intenta inútilmente liberarse del arma que lo atraviesa. Hermosa pintura en la que el santo caudillo de las milicias celestiales se muestra en posición erguida sobre un suelo de azulejos ante un fondo de brocado con motivos florales. La brillantez de los colores empleados, rojo, verde, negro, y la abundancia de oro como adorno del nimbo y de los atavíos, colaboran eficazmente en la belleza de la obra.
Esta tabla constituía la calle lateral izquierda del cuerpo de un retablo dedicado al tema de la Piedad (140 x 81 cm), con la figura de la Virgen María, sedente sobre un altozano, contemplando llena de dolor el cuerpo de su Hijo muerto, yacente sobre su regazo, como resumen de la Pasión. La calle lateral derecha se dedicó a Santa Catalina de Alejandría (P6895), de notable popularidad durante la Baja Edad Media. En el banco del retablo (P2519) se representaron cinco escenas (70 x 40 cm cada una), de las que cuatro se dedicaron a plasmar pasajes de la leyenda de los santos colaterales: de izquierda a derecha, el milagro de Gargano y el toro; la aparición de San Miguel en lo alto del castillo de Adriano, en Roma, para poner fin a la epidemia de peste, ante los ruegos del pontífice Gregorio Magno; Santa Catalina instruyendo a los filósofos en la fe cristiana, y la decapitación de la Santa por orden del gobernador. La calle central se dedicó a la Resurrección de Cristo, que sale del sepulcro sin que lo advirtieran cuatro de los cinco soldados que lo velaban. Esta escena mereció ser elegida por el pintor para poner su nombre: "Miguel Ximénez Me Pinto". En el ático o coronamiento se dispuso el Calvario con el Crucificado acompañado de María y Juan Evangelista.
Este retablo procede de la iglesia de Santa María de Ejea de los Caballeros (Zaragoza), en cuya capilla tercera del lado de la Epístola se encontraba todavía en la segunda mitad del siglo. Y allí permaneció hasta los primeros años del siglo XX en que fue desmembrado y algunas de sus tablas, aquellas que se encontraban en mejor estado, como el banco y las dos tablas laterales del cuerpo del retablo, fueron vendidas a don Raimundo Ruiz, de Madrid, quien, a su vez, las traspasó a don K. Kocherthaler, quien las conservó en su propiedad hasta 1930. En 1930 las cinco escenas del banco pasaban a engrosar las colecciones de pintura medieval del Museo del Prado mientras un coleccionista barcelonés, el señor Fontana, se hacía con las tablas laterales de San Miguel y Santa Catalina. A comienzos de los años ochenta, el Estado español adquiría con destino al Museo del Prado las dos tablas de la colección Fontana.
En esta pintura de Miguel Ximénez se reconoce su tendencia a seguir la corriente naturalista de origen septentrional europeo, fiel a las escuelas pictóricas flamenca y germánica. Por ello, su deuda con la obra del alemán Martin Schongauer (c. 1450-1491) aun cuando, como en otras ocasiones, no se trate de una copia sino de una libre interpretación del grabado.
Posada Kubissa, T, Últimas adquisiciones: 1982-1995, Madrid, Museo del Prado, 1995, p.22