Santa Catalina
1475 - 1585. Técnica mixta sobre tabla, 140 x 75 cmNo expuesto
Santa Catalina, virgen y mártir, está aquí representada según la iconografía tradicional, como joven princesa en actitud de leer en un libro que sostiene entre las manos, con la palma, la espada y la rueda, sus atributos identificadores. No menos hermosa es la representación de la santa mártir de Alejandría, que viste con refinada elegancia como corresponde a su condición principesca, engalanada con su larga cabellera rizada que sujeta con una corona real. El manto rojo que la envuelve contrasta con la palidez de su piel y con el oro del vestido que asoma por entre los pliegues de aquél, con un efecto cromático similar al que se observa en la pintura anterior. Esta obra constituía la calle lateral derecha en el cuerpo del retablo dedicado a la Piedad pintado para Santa María de Ejea de los Caballeros (Zaragoza) y, como en su compañera del lado izquierdo (P6895), la figura de la protagonista se destaca sobre un fondo de brocado y se yergue sobre un suelo que repite el mismo tipo de azulejo.
En esta ocasión, su autor, el pintor Miguel Ximénez, de origen castellano pero documentado en la ciudad de Zaragoza desde 1462 hasta 1505, fecha de su fallecimiento, se ha inspirado para la composición en un grabado de Martin Schongauer, el pintor y grabador de Colmar (c. 1450-1491) que tanto influyera a través de sus estampas en los pintores aragoneses del último cuarto del siglo XV. La imagen de la joven creada por Schongauer, de actitud casta y recogida, abstraída en la lectura de un libro, venía bien para representar a la santa mártir de Alejandría, símbolo de la vida contemplativa, patrona de los clérigos y de los intelectuales. Sólo fue preciso sustituir la torre con tres ventanas, alusión a su encierro por negarse a abjurar de su fe cristiana, la cual figura en un segundo plano a su derecha, y poner en su lugar la rueda martirial e incorporar en las manos de Santa Catalina la palma y en su brazo izquierdo la espada con que fue decapitada.
Esta misma versión de Santa Catalina la repetiría Miguel Ximénez, sin cambios importantes, en otro retablo que realizó por esos mismos años (1485-1505) de la advocación de San Martín de Tours entre San Juan Evangelista y Santa Catalina por encargo de don Martín de Ejea para su capilla en la iglesia de San Pablo de Zaragoza. De esta obra se conservan las tres tablas principales en el Museo de Bellas Artes de Zaragoza y en ellas se confirma la notable calidad artística del pintor a la vez que su fidelidad a los modelos septentrionales del gótico final.
Posada Kubissa, T, Últimas adquisiciones: 1982-1995, Madrid, Museo del Prado, 1995, p.24-25