Taza de ágata en forma de melocotón
Siglo XVII. Ágata, 4 x 9,2 cm. Sala 079BVaso formado por una sola pieza de ágata, con asa en forma de rama, curvada sobre una taza de boca lanceolada, exvasada, con paredes lisas. El asa se ramifica en la base con hojas y flores talladas y otra flor encima, que solo se aprecia al dar la vuelta a la taza. El perfil plano de la parte superior del asa es frecuente en las producciones de inicios de la dinastía Qing. El fruto representado es un melocotón, símbolo de la inmortalidad. Este motivo, frecuentemente realizado en jade, fue muy popular en China, especialmente al final del período Qing. Arbeteta señaló dos paralelos como prueba de la aceptación de la representación de este fruto en China, ambos conservados en el Museo del Palacio de Pekín: uno de la dinastía Yuan (siglo XIII), de estructura simple y diseño similar al ejemplar de Madrid, y otro, de la dinastía Ming, firmado por Zingang, de la familia Lu (1522-1639), más parecido a las desaparecidas tazas que formaron parte del Tesoro, robadas en 1918 y que en el Real Gabinete de Historia Natural fueron registradas con el no 11 (no 131 del catálogo de Arbeteta). (Arbeteta tiene presentado un texto sobre la revisión de la catalogación para su publicación).
El Tesoro del Delfín es un conjunto de vasos preciosos que, procedentes de la riquísima colección de Luis, gran Delfín de Francia, vinieron a España como herencia de su hijo Felipe V, primer rey de la rama borbónica española. Luis de Francia (1661-1711), hijo de Luis XIV y María Teresa de Austria, comenzó su colección tempranamente influenciado por su padre; la adquisición de obras se producía por diversas vías, desde regalos hasta su compra en subastas y almonedas. Al morir el Delfín, Felipe V (1683-1746) recibe en herencia un conjunto de vasos con sus respectivos estuches, que fueron enviados a España. En 1716 estaban en el Alcázar de Madrid, guardados en sus cajas, desde donde se trasladaron, en fecha posterior, a La Granja de San Ildefonso, lugar donde se citan a la muerte de Felipe V, conservados en la llamada Casa de las Alhajas. En 1778 se depositaron, por real orden de Carlos III, en el Real Gabinete de Historia Natural y continuaron en la institución hasta el saqueo de las tropas francesas en 1813. La devolución de las piezas se produjo dos años más tarde y con algunas pérdidas. Fue en 1839 cuando la colección llega al Real Museo, donde sufrió en 1918 un robo. Con ocasión de la Guerra Civil española fueron enviadas a Suiza regresando en 1939, con la pérdida de un vaso, desde entonces se encuentran expuestas en el edificio Villanueva.