Últimos momentos del rey don Jaime el Conquistador en el acto de entregar su espada a su hijo don Pedro
1881. Óleo sobre lienzo, 304 x 418 cmNo expuesto
Como tercer y último envío de la pensión que disfrutaba en Roma concedida por la Diputación de Valencia, Ignacio Pinazo pintó un pasaje de la historia de España estrechamente vinculado a su tierra valenciana que ya había plasmado en otro lienzo de menos tamaño conservado en dicha institución, los últimos instantes de vida del rey don Jaime I el Conquistador en el momento de su abdicación en su hijo Pedro.
Así, el cuadro recrea la estancia regia donde descansa el soberano moribundo, incorporado en su lecho con un gran almohadón y descorrida en su cabecera la gruesa cortina del dosel. El frágil monarca apenas puede sujetar con sus delgados y débiles brazos la pesada espada que se dispone a entregar a su hijo, el infante don Pedro, arrodillado junto a él, vestido con túnica y cota de malla, que escucha con venerada atención las solemnes palabras de su padre, en el momento trascendente de la abdicación. Son testigos de la escena los aguerridos oficiales y nobles de su séquito, que presencian la ceremonia al pie del lecho, con gesto preocupado y grave, encabezados por el infante don Jaime, que ocupa el primer término, cerrando la composición por la derecha. En el lado contrario, tres miembros de la dignidad eclesiástica, encabezados por el arzobispo de Valencia, vestido con tiara y rica casulla, asisten expectantes al acto.
La extraordinaria desenvoltura con que están resueltos personajes y accesorios, trazadas sus siluetas con rotundos trazos negros, y aplicado el color a grandes manchas, marcando los planos de su volumen con amplios toques deshechos y yuxtapuestos del pincel, con una ejecución fogosa y enérgica, además del soberbio manejo de la luz, verdadera especialidad de la escuela valenciana de fines de siglo, que ilumina la penumbra de la estancia desde el ángulo superior izquierdo sugiriendo perfectamente la atmósfera cargada del aposento del rey moribundo y marcando el espacio entre las figuras con esplendidos juegos de contraluz especialmente visibles en el grupo de los eclesiásticos, dan muestra de la singular y valiente interpretación que Pinazo hizo del género histórico a través de su personal estilo.
Sin embargo, su composición se somete a las fórmulas más tradicionales utilizadas para temas semejantes de agonía y muertes regias. Así, el lecho con dosel situado en un plano estrictamente paralelo a los márgenes del lienzo enmarcando el encuadre de la escena, el personaje sentado o arrodillado que atiende al moribundo y los grupos de cortesanos que presencian la escena esperando el fin, son arquetipos que se repiten en varias pinturas históricas de éxito, siendo quizá la más famosa de ellas el cuadro de Rosales Doña Isabel la Católica dictando su testamento (P04618). Participó en la Exposición Nacional de Bellas Artes de 1881 (no556) en la que obtuvo la 2a medalla.
La pintura de historia del siglo XIX en España, Madrid, Consorcio Madrid 92, Museo del Prado, 1992, p.342-351 nº36