Todo el mundo sabía que Las meninas requería, al menos, una limpieza. Pero nadie tomaba la decisión de hacerlo. Nadie se atrevía a tocar Las meninas. Recuerdo que un día, al comentar al Presidente del Gobierno que íbamos a hacerlo, este me dijo: “Javier, los gobiernos pueden caer por muchas cosas. Si no hacemos bien la restauración de Las meninas, desde luego nos vamos a casa. Haz lo que debas hacer pero hazlo con seguridad de que va a salir bien”. Y con ese sentimiento de responsabilidad nos embarcamos en la limpieza de Las meninas”.
El Museo del Prado, durante mi mandato como ministro, generó unas relaciones muy estrechas con el Metropolitan Museum de Nueva York. Había allí una persona a la que se consideraba el restaurador número uno del mundo. No era americano, él estaba en el Metropolitan pero era inglés. Fuimos pensando en la posibilidad de que él [John Brealey] estuviera dispuesto a Las meninas.
Hubo gente en el Prado que dijo que eso no lo podía hacer un extranjero, que debía hacerlo un español. Pero yo dije que si se hacía siendo yo ministro, se haría por la mejor persona que existiese y que lo pudiera hacer. La nacionalidad no me importaba, pero sí su capacidad para hacerlo. No había duda de que Brealey era la mejor persona para este trabajo. Era un hombre magnífico que trabajaba veinte horas sobre veinte, se le veía maravillosamente sentado, era un espectáculo. Cuando estaba a punto de terminar, fui a verle para preguntarle cuándo creía que el cuadro estaría preparado para exponer. Me respondió que en unos pocos días lo entregaría.
Para mayor seguridad, busqué a alguna persona viva que hubiera visto Las meninas antes de la Guerra Civil. Encontré a dos personas, uno fue Rafael Alberti y el otro, Buero Vallejo. Les llamé y les dije: “Mirad, la restauración está a punto de acabar y quiero que me deis vuestra impresión de cómo ha quedado”. Vinieron a verlo, se quedaron solos en la sala y el impacto fue extraordinario. Alberti me dijo: “Esto es lo que son Las meninas. Esto es lo que yo había visto. Ese azul, ese rojo… que estaba todo manchado”. Y Buero Vallejo lo mismo. Los dos emocionados diciendo: “¡Estas son Las meninas!”. Por lo que me quedé tranquilo y muy feliz, y empezamos a trabajar para ver cómo se expondría el cuadro, en una exposición sobre Las meninas recuperadas. Fue un gran éxito, realmente un gran éxito. Brealey, el restaurador, se quedó prácticamente a vivir en España; dejó aquí mucha escuela. Fue una vivencia extraordinaria y creo que desde entonces ha quedado una relación muy buena con el Metropolitan, que se ha mantenido con los distintos directores.
Ministro de Cultura entre los años 1982 y 1988, desde 2010 es Vocal del Real Patronato del Museo del Prado, del que es nombrado Presidente el 11 de julio de 2019.
Entrevista realizada el 26 de junio de 2019