Me llamo María Teresa Dávila. Entré a trabajar en el Museo en el año 1979, y hace unos tres o cuatro años me jubilé. En mi casa me inculcaron desde pequeña una sensibilidad artística muy grande. Después fui al colegio británico y a pesar de que tuvimos ese tipo de modernidad, teníamos al pastor protestante, al sacerdote católico y a los que tenían religión judía. Crecí en un ambiente cultural muy grande.
En un periódico leímos un artículo sobre la creación de esta escuela, de estos estudios nuevos. Ni dicho ni hecho, nos vinimos al Casón del Buen Retiro a enterarnos. Y así fue como lo hicimos. Teníamos facilidad manual y sensibilidad artística. Nos pareció precioso y las dos, lo hicimos a la vez.
Trabaja como restauradora en el Museo Nacional del Prado, participando en grandes proyectos como la restauración de Las meninas en 1984, dirigida por John Brealey (del Metropolitan), o la restauración de las tablas de Adán y Eva de Durero.
Entrevista realizada el 29 de noviembre de 2017