Houasse, Michel-Ange
París, 1680 - Arpajón, 1730Hijo del pintor René-Antoine Houasse, discípulo de Le Brun, aprendió junto a su padre y en la Academia de París, recibiendo una completa formación. Debió de estar en Italia entre 1699 y 1704, regresando luego a París; en 1707 entró a formar parte de la Academia. En 1715 llegó a Madrid y trabajó hasta su muerte al servicio de Felipe V. Aunque fue contratado como retratista, pronto fue desplazado en ese aspecto por otros autores, especialmente por Jean Ranc. Ejecutó numerosas obras, en principio retratos y piezas religiosas -entre ellas un retablo dedicado a San Francisco Regis-, pero por lo que se le conoce es por su multitud de cuadritos con escenas de la vida popular, unas reales y otras inventadas, con un gusto por lo cotidiano, en el que se combinan elementos tomados del academicismo francés, de las fiestas galantes y de la tradición de los Países Bajos, empleando para ello recuerdos directos y grabados de épocas anteriores. También ejecutó varias obras de contenido alegórico-mitológico, y magníficos paisajes en los que su espíritu y su técnica se adelantan a los de sus contemporáneos preludiando a Jean-Baptiste Camille Corot. Enseñó a varios discípulos en Madrid el arte de la pintura y cuando murió acababa de concluir dos grandes cartones para tapices destinados a la Real Fábrica de Santa Bárbara, de Madrid. Artista refinado, pero nunca lejos del mundo sensible, su obra revela un profundo conocimiento de la pintura y una asombrosa facilidad de inventiva en todos los géneros. La efigie de Luis I de España (Prado, P2387) fechada en 1717, es una de sus primeras pinturas en España y su retrato, por ahora, más interesante. Describe un espléndido contraste entre los tonos de gama fría en el atuendo del personaje y el cromatismo cálido en la ambientación. Su actitud estática combina la sobriedad española del siglo XVII con el decorativismo francés del final del reinado de Luis XIV, pero carece del ímpetu barroco y del fasto grandilocuente que otorgaban a sus lienzos Hyacinthe Rigaud o Nicolas Largilliérre. Ejemplo de lo que el pintor puede alcanzar en la renovación de la visión del mundo en derredor es una larga serie de panoramas de los Palacios y Sitios Reales, donde se desarrollaba la vida de la corte. La sensación de que son paisajes tratados del natural, intuidos en toda su dimensión y sentidos con profunda sensibilidad, muestra la maestría del autor para la captación de la naturaleza por medio de una pincelada ágil y abocetada, con toques breves que al describir la atmósfera, la vibración de la luz y los colores, preludia la técnica impresionista, de acuerdo con la audacia de su lenguaje interpretativo (Luna, J. J.: De Tiziano a Goya. Grandes maestros del Museo del Prado, National Art Museum of China-Shanghai Museum, 2007, pp. 291-292).