Alrededores de Bruselas
1881. Óleo sobre lienzo, 101 x 70 cmSala 060A
Darío de Regoyos se trasladó a Bruselas en 1879, donde entró en contacto con un medio artístico de gran interés y modernidad. Esta obra es una de las de mayores dimensiones que pintó en su primer periodo en Bélgica. La composición, centrada en una arquitectura que ocupa casi toda su parte superior, y la irregularidad de sus líneas maestras, que se apartan a veces de la vertical como se ve en la gran chimenea, anticipan otras obras suyas de casas en el campo. En esta, el pintor se esforzó en captar con pormenor los distintos vanos y el destello de la luz en los cristales del situado más a la izquierda, que parece animar el edificio con la intensidad de sus blancos refulgentes sobre los grises del muro. Del mismo modo, el espacio situado en el primer término, en el que se estanca el agua, y que resulta muy del gusto de Regoyos, permitió al artista estudiar la incidencia de la luz sobre el terreno húmedo a través de pinceladas muy anchas aplicadas con rapidez, especialmente en los reflejos que destacan en la superficie de la charca. El barril colocado oblicuamente en el margen inferior derecho introduce la composición y lleva la mirada hacia el cuerpo adelantado de la fachada, a la izquierda de la chimenea –quizá un horno–, dominado por un arco bajo el que se distingue un segundo tonel. Otros más pequeños aparecen a su lado, uno de los cuales está siendo colocado en un remolque por un hombre. A la derecha, una mujer con una toca o pañuelo en la cabeza entra en la casa con un recipiente y su presencia, junto con la del hombre, da una cierta animación al conjunto. Este interés en elementos característicos, algunos de valor etnográfico, puede verse en otras obras suyas fechadas en 1881.
A pesar de lo temprano de este cuadro, se advierte cómo Regoyos se fijó mucho en los tonos locales, según muestran los verdes que, junto a los ocres anaranjados, componen las tejas. La ejecución es también muy suelta, a través de toques que se perciben de modo inmediato en la pintura y hacen visible su construcción. Los grises de las paredes claras, distribuidos con pinceladas anchas, independientes, suponen un contrapunto a los ocres apagados del primer término. Tiene gran interés la resolución del cielo en una gradación de claridad creciente desde la parte inferior, más densa y cerrada, correspondiente a la lejanía, hasta la superior, mediante toques empastados de colores grises, malva claro y, en la parte superior, azul pálido. Esas tonalidades y el ambiente del lugar reflejan una melancolía propia de esta etapa del pintor.
Barón, J, 'Darío de Regoyos y Valdés. Alrededores de Bruselas' En: Donación Hans Rudolf Gerstenmaier al Museo del Prado, Madrid, Museo Nacional del Prado,, 2019, p.n.3 30-33