Arco de triunfo
Hacia 1609. Óleo sobre lienzo, 70 x 60 cmSala 005
El interés de la obra es enorme, ya que se trata de un exvoto de Giovanni Battista Agucchi, el protector de Domenichino y famoso teórico de las ideas clasicistas, a su santo patrono. No puede encontrarse un modo más clásico y más erudito de devoción. Los intercolumnios del arco y los pedestales de las pilastras llevan alegorías y cifras de las virtudes y el arco se erige en un paisaje de serena melancolía, muy cerca de los de Carracci aún. Las figuras, de esbeltas proporciones, se aproximan a las de los frescos de Grota Ferratta, que son de 1608-10, y la figura del pastor con el rebaño está muy próxima a las figurillas rebosantes de vida y verdad de sus primeros paisajes, como el famoso Vado, de la Galería Doria, presumiblemente en torno a 1606.
La decidida protección de los Agucchi se manifiesta quizá con mayor intensidad en los años que van de 1607 a 1615, en que por circunstancias de rivalidades entre las familias principescas, Juan Bautista Agucchi permanece en la sombra de la vida privada, dedicado a sus estudios filosóficos, que madurarán en un sistema teórico de las artes que tanto peso ejerce sobre la obra posterior de Domenichino. En esos años habrá que colocar este Arco de triunfo, que por su mismo carácter, a la vez místico y pagano, corresponde bien a unos momentos de meditación y recogimiento (Texto extractado de Pérez Sánchez, A. E.: Pintura italiana del siglo XVII en España, 1965, pp. 128-129).