Arquitas, filósofo de Tarento
1668. Óleo sobre lienzo, 134 x 97 cm. No expuestoEl Arquitas de Rosa muestra al filósofo preparado para lanzar una paloma tallada en madera, su atributo más conocido. Arquitas fue un filósofo pitagórico que vivió en la primera mitad del siglo IV a. C., y de quien se dice que fue el fundador de la mecánica. Su creación de una paloma de madera que podía volar fue descrita por el escritor y compilador romano Aulo Gelio (c. 130-180 d. C.) en las Noches áticas de Aulo Gelio, la única fuente literaria de este episodio. Tan extraña es la historia, que Gelio sintió la necesidad de citar a su amigo y precursor, el filósofo Favorino (85-155 d. C.) como autoridad en la materia: Muchos griegos célebres, y en particular el filósofo Favorino, un hombre muy estudioso de las antiguas tradiciones, han descrito de manera inequívoca una maqueta de paloma que volaba, realizada en madera por Arquitas con una construcción especial que seguía los principios de la disciplina de la mecánica. Evidentemente estaba equilibrada mediante contrapesos y se ponía en marcha por un soplo de aire que escondía en su interior [...].
El motivo encajaba bien con el desarrollo general de la iconografía de Rosa en la década de 1660, cuando se apartó de las vidas de los filósofos estoicos y cínicos que le habían interesado en las décadas de 1640 y 1650; en su lugar comenzó a pintar prodigios, maravillas, y extrañas creaciones de la naturaleza; se sentía atraído ahora por los presocráticos, Tales, Pitágoras, Empédocles y Arquitas, que eran filósofos naturalistas o practicantes de magia artificial, creadores de ingenios que emulaban el poder de la Naturaleza misma. La paloma de Arquitas ya era bien conocida en el siglo XVI, pero despertó un interés creciente en el siglo XVII, cuando los científicos contemporáneos se sintieron fascinados por los ingenios mecánicos de todo tipo. Este interés floreció en el entorno del famoso científico jesuita Athanasius Kircher (1602-1680) y de su colega Gaspar Schott (1608-1666). Schott había publicado su Mechanica hydraulico-pneumatica en 1657 y en el museo de Kircher en el Colegio Romano de los jesuitas se exhibía una fascinante colección de autómatas, muchos de ellos basados en un tratado de Herón de Alejandría (h. 50 a. C.). Ambos estaban cautivados por la paloma de Arquitas, creada un siglo antes de que aparecieran los primeros tratados griegos sobre autómatas. Schott describió la paloma, pero se vio obligado a concluir, con cierta pena y consciente de no poder satisfacer los deseos de sus lectores, que era incapaz de averiguar cómo funcionaba. En su museo, Kircher mostró una versión en miniatura de Arquitas y su paloma, e incluyó una ilustración de su diseño en su obra Magnes: sive de arte magnetica opus tripartitum (1654). Allí se muestra a un Arquitas diminuto que gira sobre una aguja siguiendo el vuelo de su paloma, que, atraída por un imán, revolotea en el aire por encima de él. La hazaña de Arquitas fue emulada por Johann Muller (1436-1476), conocido por su nombre latino de Regiomontano, de quien se dice que hizo volar una mosca de hierro y un águila de madera en Núremberg. El águila voló desde las murallas de Núremberg para dar la bienvenida al emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, convirtiéndose así en el autómata más famoso del mundo moderno y rivalizando en fama con la paloma de Arquitas.
El Arquitas de Rosa perteneció a Antonio Ruffo, poseedor de una colección de arte en Mesina que superaba por su extensión y calidad a todas las existentes en Sicilia, siendo entregado más tarde al duque de Uceda por su hijo Plácido Ruffo y traída a España. Debió de pasar pronto a la Colección Real y aparece registrado en el inventario del Casón del Buen Retiro de 1794 (cat. 912) (Texto extractado de Salomon, X. F.; Langdon, H.: "De hombres y palomas mecánicas: el Arquitas de Salvator Rosa para Antonio Ruffo", Boletín del Museo del Prado, XXVIII, 46, 2010, pp. 100-109).