Azafate octogonal de cristal con cuatro delfines grabados
1600 - 1630. Cristal de roca / cuarzo hialino, Latón, 10,1 x 34,1 cmSala 079B
Azafate compuesto por nueve placas de cristal de roca, una en el centro en forma de octógono prolongado y ocho trapezoidales que la rodean, formando, mediante un armazón de latón dorado, una falda ochavada con crestería de volutas dobles apuntadas y picos. La decoración, muy sobria, está diseñada para resaltar la transparencia del cristal y consiste en biseles que enfatizan los ángulos, tocados con algunos insectos, un pájaro y, distribuidos axialmente, cuatro ramos de frutos pendientes de cintas y dos delfines y dos hipocampos, alternados, abiertos en la placa central. Se apoya sobre un pie octogonal. Es factible, como señala Arbeteta, atribuir esta pieza al círculo de Metellino, característico por sus pequeños motivos de insectos, pájaros y ramitas sobre superficies de labor simple o lisas, pero la calidad de esta pieza y la O106 del Prado son superiores a los productos que conocemos de este taller. Una obra similar se conserva en el Museo del Louvre (OA 62B).
Aunque la palabra “azafate” usada para describir este objeto coincide plenamente con su aspecto, la empleada en el inventario de Versalles lo identifica como gantiére, es decir, guantera, o cestillo donde dejar o presentar los guantes, uso que comparte con la pieza O106 del Tesoro. Este tipo de piezas fueron muy empleadas en la España del siglo XVII, y es posible que su uso se extendiera a Francia, quizás a través de la presencia constante de reinas de origen español, como Ana o María Teresa de Austria.
Es una de las piezas pertenecientes al Tesoro del Delfín, el conjunto de vasos preciosos que, procedentes de la riquísima colección de Luis, gran Delfín de Francia, vinieron a España como herencia de su hijo Felipe V, primer rey de la rama borbónica española. Luis de Francia (1661-1711), hijo de Luis XIV y María Teresa de Austria, comenzó su colección tempranamente influenciado por su padre. La adquisición de obras se producía por diversas vías, desde regalos hasta su compra en subastas y almonedas. Al morir el Delfín, Felipe V (1683-1746) recibe en herencia un conjunto de vasos con sus respectivos estuches, que fueron enviados a España. En 1716 estaban en el Alcázar de Madrid, desde donde se trasladaron, en fecha posterior, a La Granja de San Ildefonso, lugar donde se citan a la muerte de Felipe V, conservados en la llamada Casa de las Alhajas. En 1776 se depositaron, por real orden de Carlos III, en el Real Gabinete de Historia Natural y continuaron en la institución hasta el saqueo de las tropas francesas en 1813. La devolución de las piezas se produjo dos años más tarde y con algunas pérdidas. Fue en 1839 cuando la colección llega al Real Museo, donde sufrió en 1918 un robo. Con ocasión de la Guerra Civil española fueron enviadas a Suiza regresando en 1939, con la pérdida de un vaso, desde entonces se encuentran expuestas en el edificio Villanueva.