Jarro de cristal con gran asa en forma de cartón
1670 - 1689. Cristal de roca / cuarzo hialino, Oro, 26 x 21,5 cmSala 079B
Vaso formado por cuatro piezas de cristal de roca y una guarnición de oro. Visto de frente, el vaso se levanta en líneas paralelas, y, a uno de los lados surge un pliegue que forma la piquera. El plano superior de la boca se corta con una leve inclinación, con el pico en la parte más elevada. En el extremo opuesto, un asa en forma de ese, gruesa, con hojarasca, molduras y ovas talladas, se eleva sobre la boca, sujetándose en su parte inferior en la espalda del cuerpo. El pie se une por una montura de oro con decoración vegetal incisa a un nudo grueso, decorado con hojas en relieve. La decoración grabada consiste en roleos en la falda del pie y un conjunto de volutas con hojarascas, corolas e hileras de granos, con águilas o fénix estilizados entre ellos, mientras que la zona próxima a la piquera muestra dos ramitos y algún insecto.
El vaso del Prado O99, aún más tosco en su ejecución y también decorado con insectos, guarda una estrecha relación con este jarro. Ambos mantienen el esquema estructural de los jarros de pico, aunque están muy lejos de los modelos originales y de la calidad de ejemplares más tempranos, como el O97 del Tesoro. En el Louvre hay también vasos que corresponden a la forma del jarro de pico, como el OA 31. La forma del asa tiene su precedente en una taza baja obra de Gasparo Miseroni, conservada en el Museo degli Argenti (Inv. Gemme 1921, n. 501), datada en la segunda mitad del siglo XVI; con la misma forma, se conserva en el Louvre el vaso MR 277. A modo de ces contrapuestas, también nervadas, son las asas de un jarro del Louvre (MR 474), que Distelberger atribuyó al taller milanés de los Miseroni. En el Prado son semejantes las asas de la jarra O92 y las volutas nervadas aparecen también en la parte inferior de las bichas que forman las asas de la jarra O93.
La mala calidad del cristal de roca, con inclusiones negras, nos indica que el taller donde se realizó esta pieza no era de primera línea, o bien que se trataba de un producto más económico. Se aprecia una fuerte decadencia con respecto a las grandes obras del siglo XVI. El tallado del vaso no adquiere los niveles de sutileza que alcanzaron otros ejemplares anteriores, ya que paredes y pulido del cuerpo son algo gruesos y de acabado poco refinado, aunque el grabado es diestro técnicamente, si bien el diseño es pobre, lo que indica la presencia, en el taller de origen, de intagliatori mejores que los cristallari.
El estado original de esta pieza puede comprobarse en la fotografía de Juan Laurent y Minier, “Vase, cristal de roche taillé et gravé avec enchâssures d’argent doré, XVIe siècle, règne de Henri II”, hacia 1879 (Museo del Prado, HF0835/38).
Es una de las piezas pertenecientes al Tesoro del Delfín, el conjunto de vasos preciosos que, procedentes de la riquísima colección de Luis, gran Delfín de Francia, vinieron a España como herencia de su hijo Felipe V, primer rey de la rama borbónica española. Luis de Francia (1661-1711), hijo de Luis XIV y María Teresa de Austria, comenzó su colección tempranamente influenciado por su padre. La adquisición de obras se producía por diversas vías, desde regalos hasta su compra en subastas y almonedas. Al morir el Delfín, Felipe V (1683-1746) recibe en herencia un conjunto de vasos con sus respectivos estuches, que fueron enviados a España. En 1716 estaban en el Alcázar de Madrid, desde donde se trasladaron, en fecha posterior, a La Granja de San Ildefonso, lugar donde se citan a la muerte de Felipe V, conservados en la llamada Casa de las Alhajas. En 1776 se depositaron, por real orden de Carlos III, en el Real Gabinete de Historia Natural y continuaron en la institución hasta el saqueo de las tropas francesas en 1813. La devolución de las piezas se produjo dos años más tarde y con algunas pérdidas. Fue en 1839 cuando la colección llega al Real Museo, donde sufrió en 1918 un robo. Con ocasión de la Guerra Civil española fueron enviadas a Suiza regresando en 1939, con la pérdida de un vaso, desde entonces se encuentran expuestas en el edificio Villanueva.