Bajamar (Guéthary)
Hacia 1881. Óleo sobre lienzo pegado a lienzo, 39 x 59,2 cm. No expuestoA la izquierda, las estribaciones montañosas de los Pirineos atlánticos se adentran en el Cantábrico culminando en la lejanía de tierra que da paso en continuidad al horizonte enmarcado por la claridad de una finísima línea que separa la tierra de un cielo cubierto en el que se suceden nubes deshilachadas en constante movimiento. En primer plano asoman las rocas cubiertas de algas y líquenes que la marea baja ha dejado al descubierto observándose en la lejanía, en un mar en calma, la rompiente de unas pequeñas olas junto a la costa.
El estudio de las rocas fue un tema sumamente atractivo, tanto para Haes como para su discípulo Morera que le acompañó en este viaje, imponiéndose a veces hipotéticos retos pictóricos ante motivos semejantes como se puede ver a través de la obra de ambos en estas playas del mediodía francés. Esta temática banal, frente a la inmensa posibilidad que un paraje marítimo pudiera ofrecer, fue la que ocupó la mayor parte de su atención dejando innumerables ejemplos de las formaciones estratigráficas que emergen en las playas al retirarse el agua en la marea baja. Incluso en aquellas ocasiones en que amplía el campo visual a un entorno más extenso del litoral, el motivo de las rocas cubiertas de vegetación marina, minuciosamente descritas, siempre aflora y está presente como parte indispensable en la concepción de un paisaje de playa. El Prado conserva un pequeño dibujo a grafito preparatorio centrado en el motivo de las rocas que emergen del agua, tomado en un momento en el que la marea está más baja. Aunque el protagonismo son estas rocas, está ya sugerida de forma imprecisa y con meros rápidos trazos la línea de monte y costa que forman este paisaje (Texto extractado de: Gutiérrez Márquez, A.; Carlos de Haes en el Museo del Prado 1826-1898, Madrid: Museo Nacional del Prado, 2002, p. 208).