Copa abarquillada de ágata con Cupido sobre un dragón
Siglo XVI. Ágata, Diamante, Esmalte, Esmeralda, Oro, Vidrio, Rubí, 17 x 15,5 cm. Sala 079BVaso compuesto por tres pedazos de ágata y seis guarniciones de oro esmaltado. El cuerpo, abarquillado, se decora en su parte externa con una talla de ovas enlazadas separadas por florones realizados con cinco puntos. Una guarnición de oro liso, esmaltada en su interior, recorre el labio, enriquecida por sobrepuestos de hojuelas verdes y granos blancos con engastes de rubíes y esmeraldas. En la popa se aprecia un Cupido esmaltado de blanco, con su arco y la aljaba cuajada de diamantes. Cabalga sobre un monstruo de cabeza y cuerpo de dragón y cola enroscada, esmaltado de violeta, azul, ocre y blanco opacos, y verde, azul y tostado traslúcidos. Una guirnalda floral esmaltada en tonos opacos cubre la panza e interior del vaso, quizás para ocultar una rotura, con un mascarón en el centro de su cara interior.
Fue atribuido por Alcouffe a Pierre Delabarre "el maestro de los dragones", y forma parte de un grupo de obras con monturas similares, como el llamado Aguamanil del Amor, y el Aguamanil de la Minerva, ambos en el Louvre, OA 10409 y MR 445. Este último aguamanil está firmado en la base por Pierre Delabarre, lo que sirvió para adscribirle ambas piezas, así como otras dos también del Louvre, el candelero de pared MR 251, y el llamado Espejo de María de Médicis, MR. 252, obras adquiridas en 1684 por el rey Luis XIV.
Un zafiro que en el inventario de 1776 se describía como "ochavado prolongado, labrado rosa, vajo de doce granos", estaba en el pecho del dragón, y ya en 1815 el informe de la Embajada de España en París anotó su falta cuando el Tesoro fue devuelto al gobierno español, aunque lo situaba incorrectamente en la cabeza del animal. Fue sustituido en fecha indeterminada por un vidrio rojo, quizás durante la restauración del siglo XIX efectuada por Pedro Zaldós. El cuerpo del vaso puede tratarse de una pieza antigua retallada en un taller francés, pues existen cuatro piezas similares, la del Museo del Prado y tres en otras colecciones con monturas más antiguas. Entre ellas, un regalo de Carlos IX de Francia al archiduque Fernando II en 1570, donde se aprecian los mismos motivos que en el vaso de Madrid.
Puede verse el estado de la obra en el siglo XIX a través de la fotografía de Juan Laurent y Minier, "Vase agate sardoine, montures d’or avec émaux et pierreries, XVIe siècle, règne de Henri II", hacia 1879, Museo del Prado, HF0835/16 (Arbeteta tiene presentado un texto sobre la revisión de la catalogación para su publicación).
El Tesoro del Delfín es un conjunto de vasos preciosos que, procedentes de la riquísima colección de Luis, gran Delfín de Francia, vinieron a España como herencia de su hijo Felipe V, primer rey de la rama borbónica española. Luis de Francia (1661-1711), hijo de Luis XIV y María Teresa de Austria, comenzó su colección tempranamente influenciado por su padre; la adquisición de obras se producía por diversas vías, desde regalos hasta su compra en subastas y almonedas. Al morir el Delfín, Felipe V recibe en herencia un conjunto de vasos con sus respectivos estuches, que fueron enviados a España. En 1716 estaban en el Alcázar de Madrid, guardados en sus cajas, desde donde se trasladaron, en fecha posterior, a La Granja de San Ildefonso, lugar donde se citan a la muerte de Felipe V, conservados en la llamada Casa de las Alhajas. En 1778 se depositaron, por real orden de Carlos III, en el Real Gabinete de Historia Natural y continuaron en la institución hasta el saqueo de las tropas francesas en 1813. La devolución de las piezas se produjo dos años más tarde y con algunas pérdidas. Fue en 1839 cuando la colección llega al Real Museo, donde sufrió en 1918 un robo. Con ocasión de la Guerra Civil española fueron enviadas a Suiza regresando en 1939, con la pérdida de un vaso, desde entonces se encuentran expuestas en el edificio Villanueva.