Cacería de liebres. Ermita de San Baudelio. Casillas de Berlanga (Soria)
Hacia 1125. Pintura al fresco sobre revestimiento mural trasladado a lienzo, 183 x 355 cmNo expuesto
En esta Cacería de liebres, el cazador, a caballo y con el tridente en la mano, azuza tres perros contra las liebres, símbolo de la concupiscencia, para llevarlas hasta la red tendida por él.
Forma parte de un conjunto de seis pinturas, destinadas originalmente a ornar los muros de la ermita mozárabe del siglo XI de San Baudelio, cuya arquitectura interior se evoca en las salas del Museo donde se exponen. Constituyen parte de los veintitrés fragmentos retirados del edificio en 1926 y traspasados a lienzo para ser llevados a Estados Unidos, donde se reparten entre los museos de Boston, Indianapolis, Cincinnati y The Cloisters de Nueva York. En 1957 seis de esos fragmentos se trajeron al Museo del Prado como depósito temporal indefinido del Metropolitan Museum of Art de Nueva York.
Formaban parte de la decoración, de tema profano, del registro inferior del cuerpo de la ermita en el muro norte -Cacería de Liebres (P7265) y Cacería del ciervo (P7268)- y en el frente de la galería del coro -Elefante (P7264), Oso (P7263), Soldado (P7266) y Cortina (P7267)-. Los dos registros restantes incluían asuntos del Nuevo Testamento: en el superior el Nacimiento y la infancia de Cristo, y en el medio, su vida pública y su Pasión. Al principio, las diferencias temáticas y formales entre las distintas pinturas -las profanas muestran actitudes más dinámicas, lejos del estatismo y el grafismo de las sacras, propios del Románico- sugirieron fechas distintas. Sin embargo, cuando se comparan con otras pinturas románicas similares -francesas, italianas y españolas-, se juzgan coetáneas, realizadas por dos talleres del mismo círculo, activos en tierras fronterizas entre Castilla y Aragón, e integrantes de un conjunto unitario en el que las escenas profanas están dotadas de un simbolismo sacro (Pintura española del Románico al Renacimiento, Museo Nacional del Prado, 2010, p. 6).
En esta obra en particular se conserva un grafito medieval inciso sobre la cabeza de la liebre inferior. Se trata de una simplicísima estructura textual que sigue el modelo de la roboratio: invocación simbólica y cuerpo dispositivo, reducido aquí a la mínima expresión. Su transcripción es: " MI GO PEDRET ME FECIT", es decir: [cruz] Mingo Pedret me fecit [Me hizo Mingo Pedret]. Tipológicamente el grafito sigue las fórmulas más comunes: antropónimo seguido de verbo notificativo. La caja de escritura mide aproximadamente 40 centímetros de longitud y acoge una inscripción realizada a mano alzada, sin pautado previo, y de ordinatio poco cuidada. Consta el epígrafe de una esquemática cruz potenzada, a modo de invocatio, más cuatro palabras (17 letras), sueltas y claras, predominantemente mayúsculas, dispuestas en una línea irregular y en dos alturas. Carece de signos de interpunción y nexos, y únicamente aparece un signo abreviativo por contracción sobre la letra I, representado mediante una línea horizontal. La G ha cerrado sobre sí misma el bucle inferior, dándole una forma poco característica de B invertida; la M se expresa con tres trazos verticales paralelos unidos por otro horizontal en su parte superior, algo infrecuente en el hábito epigráfico de los siglos XII y XIII; la primera T, en su estado actual, corta el trazo horizontal, pero en origen se prolongaba hacia la izquierda (desde el punto de vista del espectador), actualmente oculto por una reintegración.
La incisión se realizó sobre el enlucido policromado (intonaco) con algún instrumento punzante capaz de traspasar la película pictórica y de alcanzar la capa subyacente (arricio), donde la incisión también quedó marcada. Los pigmentos no penetraron en las incisiones y el corte no tiene rebabas. El epígrafe se grafiteó sobre unas pinturas (segundo revestimiento) fechadas entre 1129 y 1134, terminus post quem. Desde el punto de vista paleográfico, la escritura empleada es transicional entre la carolina y la gótica, más próxima a la primera. Se puede datar en torno al año 1200.
El grafito se sitúa a 296 centímetros de altura sobre la cota de suelo y el poyo perimetral por ese lado se alza 38 centímetros por encima del suelo. No está, como suele ser habitual, a la altura que alcanza un ser humano de pie, ni aun situado sobre el banco corrido. Para realizar la incisión el autor hubo de subirse a algún medio auxiliar dispuesto ad hoc o con motivo de alguna reforma. El verbo notificativo "fecit" se debe vincular a una acción edilicia o mobiliaria. Se sospecha que en San Baudelio pudo haber un pequeño altar lateral secundario como el que, de cronología incierta, se instaló apoyado en el hombro sur del arco de gloria sobre el poyo perimetral de fábrica originario y cubrió los cortinajes decorativos. La tendencia en el románico de Soria es que esos altares fueran simétricos, y una posibilidad es que el grafito se refiera a ese altar hoy desaparecido, o incluso a los dos, pero con la poca información de que disponemos no es posible confirmarlo (Lorenzo Arribas, José Miguel, "Un grafito histórico en el Museo del Prado procedente de la ermita de San Baudelio", en Boletín del Museo del Prado, 37, 55-57, 2019-21, 2021, pp. 6-10).