Carlos III
Hacia 1765. Óleo sobre lienzo, 151,8 x 110,3 cmSala 039
Esta imagen del rey Carlos III forma pareja con el retrato de la esposa del monarca, María Amalia de Sajonia (P2201), aunque la imagen de la reina no fue pintada delante del modelo, sino inventada a partir de otras efigies, ya que la soberana había fallecido antes de que el artista pudiese retratarla.
La efigie de Carlos III creada por Mengs se convirtió en la imagen oficial del monarca y fue objeto de varias réplicas. Una de esas copias, de excelente factura y con variantes (P5011), debió de ser pintada en 1774 con motivo de la fundación de la Real Orden de Carlos III puesto que el rey aparece con el collar de leones y la insignia de la Inmaculada, y lleva además la banda azul y blanca propia de la corporación. El retrato de Carlos III fue interpretado en grabado dos veces por Manuel Salvador Carmona en 1783, y en otra ocasión por Rafael Morghen para la Guía de forasteros.
El rey está representado con armadura y manto regio, resaltando sobre un fondo de interior palaciego con cortinaje y ancha pilastra sobre pedestal. La mano izquierda describe un gesto imperativo y en la derecha sostiene el bastón de mando. Muestra sobre el pecho las insignias de tres órdenes militares monárquicas: el Toisón de Oro y las medallas de las órdenes del Saint-Esprit de Francia y San Genaro de Nápoles. La amplia faja a la cintura y la espada, cuya empuñadura se aprecia al costado, completan la imagen, en la que los elementos militares se integran dentro de una concepción cortesana.
El rostro es severo pero sin altanería, resultado del carácter complaciente que Mengs aporta a la iconografía regia en la mayor parte de los encargos realizados al servicio de la corona. En contraste con la rigidez del retrato de la reina María Amalia de Sajonia, el rey está representado con una naturalidad y un acercamiento sumamente gratos, a pesar del lógico decoro impuesto por la solemnidad de la imagen del soberano.
Las réplicas y sucesivas interpretaciones de la efigie real estaban destinadas a satisfacer la demanda de encargos solicitados por las cortes extranjeras y los centros gubernativos del extenso imperio español. Se conserva un documento revelador al respecto, una carta dirigida por el marqués de Grimaldi al marqués de Montealegre, fechada en 1773: La emperatriz de Rusia ha pedido los retratos del Rey y de los Príncipes Nuestros Señores. Se ha dado orden a Don Francisco Bayeu y a Don Mariano Maella para que los hagan y se ha determinado que copien los que hizo don Rafael Mengs. En consecuencia, además de los ayudantes del taller, otros artistas del círculo cortesano -pintores y grabadores- participaron, según las necesidades, en la realización de réplicas del modelo oficial creado por Mengs (Texto extractado de Luna, J. J. en: El Prado en el Ermitage, Museo Nacional del Prado, 2011, pp. 168-169).