Enrique, Concepción y Salud Santaló
Hacia 1845. Óleo sobre lienzo, 83 x 62 cm. No expuestoLa pareja de retratos familiares en sendos interiores, formada por esta obra y el P4607, es muy representativa del quehacer de su autor y también del auge que el género tuvo en la Sevilla de mediados del siglo XIX, fecha a la que corresponderá la ejecución de ambas obras. Además, debido seguramente a la influencia británica, fue allí más frecuente que en el resto de España el retrato de familia, con claro protagonismo de los niños. Se representan éstos en dos cuadros concebidos para formar pareja, ambos pintados en óvalo, quedando las enjutas, en el color rosado de la preparación, ocultas por el marco. Esta obra representa a los tres niños menores de la familia: Salud, que sostiene una rosa junto a sus hermanos, Concepción, sentada con una muñeca entre las manos y rodeada de juguetes, y Enrique, en uniforme, que también aquí preludia su carrera posterior en la Armada, pues participó en 1866 como oficial del buque de guerra Neptuno en una expedición al mando del comandante Pedro Díaz de Herrera contra el tráfico de esclavos en Cuba. Posteriormente, llegó a ser, entre el 24 de julio de 1879 y el 3 de septiembre de 1880, gobernador de Guinea Ecuatorial. Dedicado después a la enseñanza, llegó a ser jefe de Estado Mayor de la escuadra de instrucción y, en 1905, comandante general de la División Naval de Instrucción. En 1910 era capitán general del Departamento de Cádiz. El interior doméstico se abre al fondo a un jardín, visible tras unos cortinajes pero poco detallado y tratado sin realismo alguno, casi como un decorado. Flanquean el vano dos cuadros a cada lado y aún se distingue uno más en la sobrepuerta. A la izquierda, una Dolorosa aparece sobre una Inmaculada del mismo tipo que la que se ve en el cuadro compañero. A la derecha se ve un apóstol, seguramente san Pedro, sobre una nueva representación de san Rafael y Tobías, debida al propio artista, que envió a la exposición de Cádiz de 1860 un cuadro con ese mismo tema. A la izquierda aparece también un espejo sobre una consola pero sobre ésta se dispone un jarrón de porcelana con rosas y lirios. Particular interés tienen los objetos, algunos de juguete, diseminados en el centro sobre el suelo, donde se hallan un diminuto velador, un joyero y un costurero, y en la silla, sobre la que están una sombrilla, el pequeño juego de canapé y costurerito, la figurilla femenina y la tetera. Todo ello muestra un interés por el interior doméstico que aparece en otros cuadros del artista, como el retrato del niño Eugenio de la Borbolla, vestido también de guardamarina y en similar postura a la de Enrique Santaló. En este cuadro el color es más variado, animado sobre todo por los azules y amarillos de las faldas de las niñas y por el cromatismo brillante de la porcelana del jarrón y las flores. Éstas están ejecutadas con gran calidad, como corresponde a un artista que cultivó también este género. Una suave penumbra, con una medida gradación de transiciones entre la luz y la sombra, atestigua, como en el cuadro compañero, el pleno conocimiento de la tradición pictórica española, con gran proximidad a las pinturas de la última época de Murillo, artista cuyas obras copió en numerosas ocasiones y que constituye la referencia estilística más clara de su amplia producción religiosa (Texto extractado de Barón, J. en: El retrato español en el Prado. De Goya a Sorolla, Museo Nacional del Prado, 2007, pp. 118-121).