Copa de heliotropo con cabezas de leonas
1630 - 1660. Esmalte, Heliotropo, Oro, 29,7 x 19,5 cmSala 079B
Vaso mutilado durante la Guerra de Independencia y el robo de 1918, cuyo volumen se aprecia actualmente a través del estuche y de la fotografía histórica. Destaca tanto por su material pétreo -heliotropo-, como por las importantes guarniciones de oro esmaltado que enriquecieron sustancialmente su diseño. Se compone de un cuerpo ovalado, de perfil abarquillado, hondo, con ocho grandes ondas o gallones. Tapa cupuliforme, de boca ovalada y similar diseño, con botón superior para encajar el remate, hoy perdido. Nudo bulboso labrado con gallones helicoidales, y pie en forma de cúpula, levemente acampanada. Se conservan algunas de las muchas guarniciones que tuvo. Destacan, en la tapa, las hojas y flores sobrepuestas a la base y ocho cabecitas de carnero y en el nudo, que está formado por cuatro cabezas de leonas esmaltadas naturalísticamente, con sus fauces abiertas mostrando la lengua, insertas en panoplias o cartones unidos por pequeñas flores.
Está relacionado en su estilo con el vaso O53 del Tesoro, con el detalle arcaizante de los gallones helicoidales en el nudo, el cuerpo lobulado e incluso el material, que parece de la misma veta de heliotropo. Las proporciones de ambos vasos son barrocas, aún contenidas, y el detalle de los gallones recuerda la tradición milanesa. La montura de oro, por contraste, es muy rica e imaginativa, obra parisina del propio entorno de la Corte, tal como publicó Arbeteta, a juzgar por los ejemplos existentes en el Museo del Louvre, ya que los mascarones de fauno guardan cierto parecido al que decora la copa de lapislázuli MR 262, con guirnaldas y hojarascas en esmaltes polícromos, pintados sobre oro.
A pesar de los daños sufridos, parece obra de la misma mano que la Copa abarquillada con sirena alada (O6), lo que se puede apreciar si se observan algunos detalles como la faja de laurel del nudo de ambos vasos o el mascarón que sirve de piquera (HF835/014). Este tipo de mascarón lo vemos también en los paralelos existentes en el Louvre, como el Aguamanil MR 231, cuyo mascarón en la base del asa repite prácticamente el mismo perfil que los de las asas y la cabeza de carnero, similar a las del borde de la tapa del vaso del Prado. Pertenecería al mismo grupo la gran Nave de lapislázuli con guarniciones de diferentes épocas del Louvre (MR 262), cuyo mascarón de la popa, además de parecida fisonomía, tiene una corona de hojas con los nervios pintados. Las guarniciones originales son de hojarascas con algún recuerdo a las hojas picudas e hileras de granos decrecientes, y la banda de las guirnaldas presenta estrías como las que se ven junto a las cabezas de las leonas. Al igual que las mencionadas, la labor de piedra parece anterior, lo que también sucede con la citada Copa de heliotropo con dos mascarones de oro (O53) del Tesoro, mutilada en parte, pero que aún conserva dos mascaroncillos de oro con argollas, ya correspondientes a tendencias que prescinden del esmalte (Arbeteta, L., "Otras miradas sobre el Tesoro del Delfín: revisión y nuevas propuestas de procedencias y autorías", en Boletín del Museo del Prado, 37, 55-57, 2019-21, 2021, pp. 45-46).
En el inventario de Versalles de 1689 este vaso era uno de los más estimados, con un costo de 500 pistolas. El ramo del remate, en forma de floroncillo y piña de oro esmaltado, según se describe en los inventarios históricos, ya faltaba al volver los vasos de París en 1815. Pero fue en 1918 cuando este interesante objeto perdió gran parte de las guarniciones: la del pie, otra del labio que servía de base a la tapa, una cenefa de laureles con cintas y sobrepuestos de flores, así como las dos grandes asas en ce, con cabezas de sátiros al frente, rostros expresivos de ojos abiertos y risa sardónica, esmaltados con vivacidad, que se unían al cuerpo del vaso mediante un arco de follajes y que eran las más destacadas de la pieza. Antes del robo de 1918, la tapa asentaba sobre una banda de oro esmaltado en verde, blanco, púrpura, rojo y negro, que, sobre el oro picado de lustre, lucía sobrepuestos esmaltados: sogueados, mascarones empenachados y roleos, lo que conocemos por la fotografía de Juan Laurent y Minier, Coupe ovale sanguine, montures d’or et émaux, commt. du XVIIe siècle, règne de Henri IV, (HF0835/14) hacia 1879.
El Tesoro del Delfín es un conjunto de vasos preciosos que, procedentes de la riquísima colección de Luis, gran Delfín de Francia, vinieron a España como herencia de su hijo Felipe V, primer rey de la rama borbónica española. Luis de Francia (1661-1711), hijo de Luis XIV y María Teresa de Austria, comenzó su colección tempranamente influenciado por su padre; la adquisición de obras se producía por diversas vías, desde regalos hasta su compra en subastas y almonedas. Al morir el Delfín, Felipe V (1683-1746) recibe en herencia un conjunto de vasos con sus respectivos estuches, que fueron enviados a España. En 1716 estaban en el Alcázar de Madrid, guardados en sus cajas, desde donde se trasladaron, en fecha posterior, a La Granja de San Ildefonso, lugar donde se citan a la muerte de Felipe V, conservados en la llamada Casa de las Alhajas. En 1778 se depositaron, por real orden de Carlos III, en el Real Gabinete de Historia Natural y continuaron en la institución hasta el saqueo de las tropas francesas en 1813. La devolución de las piezas se produjo dos años más tarde y con algunas pérdidas. Fue en 1839 cuando la colección llega al Real Museo, donde sufrió en 1918 un robo. Con ocasión de la Guerra Civil española fueron enviadas a Suiza regresando en 1939, con la pérdida de un vaso, desde entonces se encuentran expuestas en el edificio Villanueva.