Juan Bravo Murillo, ministro de Comercio, Instrucción y Obras Públicas
1848. Óleo sobre lienzo, 120 x 91 cmDepósito en otra institución
A la conclusión de los compromisos directivos con la Academia de Sevilla, Gutiérrez de la Vega se instaló definitivamente en 1848 en la corte, al amparo económico de los numerosos encargos de retratos que la burguesía y la propia Corona le habían ido proporcionando desde su primer viaje a Madrid, en 1831. Desde el foro de las tertulias artísticas y literarias del Liceo, en las que fue, junto con su paisano y también pintor Antonio María Esquivel, uno de los miembros más activos, fue ganando prestigio entre la burguesía y la clase política que a ellas acudía, siendo esta obra un bello ejemplo de la retratística oficial, encargada por mandato del gobierno para la iconoteca de los máximos dirigentes del Ministerio de Comercio, Instrucción y Obras Públicas. Así, con el uniforme de ministro de Fomento, aparece retratado el político en 1848, cuando se hizo cargo, en el gobierno de Narváez, de la cartera de Fomento.
Juan Méndez Bravo Murillo había nacido en Fregenal de la Sierra (Badajoz) el 9 de junio de 1803. Cursó los estudios de Derecho en Sevilla y Salamanca, y ocupó la plaza de fiscal de Cádiz en 1832, llegando a Madrid en 1835, donde bien pronto se dio a conocer como jurista y hombre competente en asuntos de Hacienda. Afiliado al partido moderado, fue diputado a Cortes desde 1837, siendo represaliado durante el mandato de Espartero, refugiándose en Francia hasta la caída del duque de la Victoria. A su vuelta, su trayectoria política fue imparable y fue nombrado en 1847 ministro de Gracia y Justicia en el gabinete del duque de Sotomayor. Al desempeño de la cartera de Fomento, siguió en 1849 el de la de Marina y el de la de Hacienda que asumió durante cerca de tres años y medio, en los que sancionó la importante Ley de Contabilidad que lleva su nombre. Impuso también como medida el Sistema Métrico Decimal, llegando a la Presidencia del Consejo de Ministros en 1851, donde durante su mandato se destacó por la firmeza y crueldad en el cumplimiento de las sanciones impuestas al cura Merino, por su atentado frustrado contra la reina Isabel II. A partir de 1852 desempeñó tareas diplomáticas de política internacional, siendo presidente del Congreso en 1858 y senador a partir de 1863. La revolución de septiembre de 1868 determinaría su retirada de la política activa. Falleció en Madrid el 10 de enero de 1873.
De complexión robusta, aparece retratado a la edad de cuarenta y cinco años, con el traje oficial de gala de su ministerio que ostenta la condecoración y la gran cruz de caballero de la real y distinguida orden de Carlos III. Porta en su mano un pliego de papel que quizás haga referencia al proyecto más importante de su tarea al frente del Ministerio de Fomento, como fue la construcción del Canal de Isabel II, una obra faraónica en su tiempo, que proveería de agua potable a la ciudad de Madrid. A la izquierda y sobre la mesa, una escribanía recortada sobre un fondo de paisaje enmarcado por la arquitectura de una estancia que se desvela a través de la apertura de una cortina. Acorde a la pulcritud técnica y a la tradición colorista del sevillano, es de resaltar la magnífica calidad y evidente riqueza pictórica que despliega en la ejecución del entorchado del uniforme, poniendo especial énfasis en resaltar los destellos y la calidad de las diferentes texturas y los juegos atornasolados de los tejidos que ciñen el torso del político. De la misma manera, una entonada diagonal lumínica incide gradualmente sobre la figura y los objetos decorativos supliendo con maestría la convencionalidad de una composición uniforme, repetida en exceso en la producción que responde a encargos de estamentos oficiales. Pardo Canalís (1971), recoge una réplica de este retrato pintado asimismo para el Ministerio de Fomento.
Gutiérrez Márquez, A., Juan Bravo Murillo, ministro de Fomento (1848). En: Barón, J.: El retrato español en el Prado. De Goya a Sorolla, Madrid, Museo Nacional del Prado, 2007, p.106, n. 25