La Santísima Trinidad
Siglo XVII. Óleo sobre lienzo, 125,5 x 125,3 cm. Depósito en otra instituciónEl Hijo, sosteniendo la cruz de su pasión y semidesnudo para mostrar la llaga de su pecho, está sentado a la derecha del Padre que, vestido totalmente, sostiene en su mano el cetro; mientras, la paloma del Espíritu Santo, con las alas extendidas, revolotea entre ambos.
Es probable que en esta pintura exista, además de la mera representación del misterio trinitario, una clara alusión a la idea de creación y redención del género humano, tanto mediante el ademán que el Padre y el Hijo hacen con sus manos al señalar o bendecir el globo del mundo, que aparece en la parte inferior sostenido por angelitos, como por la simbología de Cristo varón de dolores, redentor o intercesor del género humano.
La composición deriva remotamente de un grabado de Durero, utilizado igualmente por Velázquez, que representa la Coronación de la Virgen (P1168), del que el autor de esta obra habría aprovechado exclusivamente las figuras del Padre y del Hijo. Igualmente pudo también haber conocido algún grabado representando la Trinidad pintada por Rubens (Múnich, Pinacoteca).
El movimiento y jugueteo de los niños, sus inestables y simpáticas maneras provocan, pese a cierto aire severo en sus rostros, un relajamiento que descarga la grave solemnidad argumental de la composición; además contribuyen a dinamizar la escena dotándola de un marcado sentido barroco del que, sin embargo, carecen las otras figuras. Asimismo, la técnica con que se aplica el color, en general, a base de manchas y muy esponjosa, aumenta esa sensación.