María de Austria, reina de Hungría
Siglo XVII. Óleo sobre lienzo, 215 x 147 cm. Depósito en otra instituciónRetrato de María de Hungría, réplica de otro también en la colección del Museo Nacional del Prado (P1272). Doña María figura retratada de frente, mirando al espectador, ligeramente ladeado el rostro, apoyada la mano sobre una mesilla, junto a la corona imperial. El fondo uniforme y oscuro lo animan sólo los cortinajes regios, que son símbolos propios de rango con infiltraciones de escenario de teatro. El tono dominante es un gris oscuro indeterminado, que contribuye poderosamente a significar la magestad del retrato. Por condicionamientos impuestos por la moda española, la silueta de la reina destaca con una mayor verticalidad de la que es común a otras pinturas de Frans Luycks, cuyo estilo va más acorde con un latente manierismo versátil y de osado dibujo. Las tonalidades frías, fijadas en gamas azules y moradas, son de indudable efectismo emocional. La imagen gana en perspectiva y en efecto teatral, algo inquietante pero muy acorde con los ideales oficiales de la Corte. A esto une un especial trazo que parece ligar con el expresionismo germánico del que pudo tomar sugestiones. Esto es común en su obra, pero en el retrato de María de Austria, está notablemente atemperado. Es importante señalar la influencia de Velázquez en este retrato, producto lógico del intercambio entre las cortes de Madrid y Viena. Hecho que explica el equívoco en los inventarios del siglo XVII, catalogando los retratos de Luycks a nombre de Velázquez o su escuela (Texto extractado de Díaz Padrón, M.: "Una réplica inédita de la emperatriz María de Hungría de Frans Luyck en la Embajada de España en Buenos Aires", Boletín del Museo del Prado, 1981, tomo 6, pp. 167-172).