María Luisa de Parma, Princesa de Asturias
Hacia 1765. Óleo sobre lienzo, 152,1 x 110,5 cmSala 022
Mengs pintó los retratos de los herederos al trono de España, Carlos de Borbón y María Luisa de Parma, príncipes de Asturias, con motivo de su enlace matrimonial. Hija de Felipe I, duque de Parma, y de Luisa Isabel de Francia -por consiguiente, nieta de los reyes Felipe V y Luis XV-, María Luisa fue reina consorte de España entre 1788 y 1808.
Viste un traje claro con flores verdes y blancas, ampliamente escotado. Sobre el pecho luce la insignia de la orden de la Cruz Estrellada del Sacro Imperio. Ostenta bajo el moño pequeños broches de brillantes. También de brillantes son sus largos pendientes y el rico collar. Una pulsera de perlas adorna su mano derecha, que sujeta dos claveles, mientras que en la izquierda, con la que sostiene un abanico cerrado, se observa un brazalete de perlas con un retrato en miniatura. Mengs ha situado a la princesa junto a una balaustrada de madera abierta a un amplio parque arbolado, con una colina y un curso de agua. A la izquierda de la composición un gran jarrón de piedra con flores, así como diversas ramas, contribuyen a reforzar el efecto de perspectiva y profundidad. La edad de María Luisa en el retrato era de quince años -había nacido en Parma en 1751 y fallecería en Roma en 1819-, cuando todavía sus facciones no presentaban los rasgos de la transformación que se operaría con el paso de los años como consecuencia de la pérdida de todos sus dientes, provocando un gesto ordinario al cerrar la boca, una expresión perfectamente captada en los numerosos retratos de la reina pintados por Francisco de Goya.
Esposa absorbente y de fuerte carácter, condicionó la conducta del rey, propiciando el rápido ascenso político del valido Manuel Godoy, lo que comprometió muchos de los acontecimientos del reinado de Carlos IV y, a la larga, sería una de las razones de su destronamiento. Este cuadro es un buen ejemplo de los retratos cortesanos de Mengs, heredero todavía de la elegancia rococó, aunque con un rigor formal y conceptual que anticipa los presupuestos estéticos del Neoclasismo. Se conocen varias réplicas e interpretaciones del retrato de María Luisa de Parma, una de ellas perteneciente a las colecciones del Museo del Prado (P2206) (Texto extractado de Luna, J. J. en: El Prado en el Ermitage, Museo Nacional del Prado, 2011, pp. 174-177).