Moisés llevado por los ángeles
Hacia 1840. Óleo sobre lienzo, 131 x 187,3 cmNo expuesto
Al llegar Espalter a Madrid en 1842, fue expuesto el Tránsito de Moisés, junto a otras pinturas del artista, primero en el Liceo a modo de presentación artística (...) y luego en la Academia de San Fernando. Su presencia en la corporación madrileña, ya junto a otras obras, motivó la escenificación de la célebre polémica entre "murillistas" y "nazarenos", en la que la pintura del catalán fue gravemente atacada por un desconocido Auguste Delorme que con sus despectivos comentarios se posicionó claramente del lado del más contundente opositor del purismo, el pintor andaluz Antonio María Esquivel (1806-1857). Pero ese duro golpe tuvo como consecuencia inmediata el razonamiento y justificación del nuevo estilo importado de Italia por la vehemente pluma de Pedro de Madrazo, que ensalzó la pintura como el más elocuente ejemplo de sus presupuestos teóricos: “La composición del precioso cuadro que representa a los ángeles llevándo a enterrar el cuerpo de Moisés, es una de las más poéticas y halagüeñas concepciones de un alma verdaderamente artista: pudiera sobre ello escribirse un poema entero, y con cuanto placer nos detendríamos, si lo permitiera nuestro periódico, a describir aquel grupo formado por cinco hermosos ángeles leves, puros, aéreos, llenos de vida, y un cuerpo de hombre, muerto, pesado e inerte, atravesando en místico silencio el aire bruno que cortan los espíritus con sus alas zumbadoras, formando una especie de barca serena que simboliza admirablemente el paso de la vida terrestre a otra vida. Nada más bello que aquellos ángeles llenos de majestad, de gracia, de nobleza: nada más grave y santo que aquel anciano con las manos cruzadas al pecho cuyo semblante venerable revela la calma del justo” (Texto extractado de García Navarro, C. en: España y Alemania. Intercambio cultural en el siglo XIX, 2007, p. 152).
La muerte del profeta Moisés, narrada en el Deuteronomio (34, 5-6) y en el Éxodo (2, 11-12), no hace referencia a la iconografía que representa el cuadro. Es probable que la escena se inspire en una leyenda piadosa medieval que narra cómo los ángeles transportaron el cuerpo de Moisés hasta las llanuras de Moab, al límite con la Tierra Prometida. (Texto extractado de Pintura del Siglo XIX en el Museo del Prado. Catálogo General, Madrid: Museo Nacional del Prado, 2015, p. 162).