Mueble de aseo o retrete de Fernando VII
1830. Bronce dorado, Madera, Seda, Terciopelo, 107 x 215,1 cmNo expuesto
Esta obra formaba parte del mobiliario de higiene para una pequeña estancia privada que formaba parte del espacio privado conocido como Gabinete de Descanso de Sus Majestades (hoy Sala 39), similar a las existentes en otros palacios borbónicos en la que se encontraba instalado el retrete del rey. Fue encargada por el Duque de Híjar al ebanista Ángel Maeso González, uno de los artífices más importantes de los Reales Talleres, siendo concluida en 1830.
Es un espléndido mueble de caoba, en macizo y en chapeado, con lo que Maeso llamaba “caoba de trepa”. El mueble consta de tres partes con armadura de pino, montadas sobre una tarima. La parte central donde va colocado el sillón del retrete, que es macizo de caoba, tiene una pieza debajo que simula un cajón, pero en realidad es una puerta alargada que abre por uno de sus lados dejando todo el espacio interior libre para permitir el acceso a la bacinilla. Las dos “mesetas” laterales están retranqueadas mediante una ligera curva que suaviza el entronque al sillón. Tienen una puerta cada una tras la que esconden, un espacio vacío, la de la derecha del espectador y una balda con un pequeño cajón, la de la izquierda. Ambas puertas están adornadas con fajas de palosanto y molduras talladas y doradas, realizadas por el tallista José Leoncio Pérez. El bocallave, el tirador y las bisagras le fueron proporcionadas al ebanista por el cerrajero de la Real Casa que, en ese momento, era Antonio López. La construcción del sillón es muy interesante y denota una gran maestría. El ebanista solía construir el respaldo de los sillones con unas bandas laterales que, en este caso, van a contra hilo, lo que aumenta el efecto decorativo con la sola utilización de las maderas con la veta en sentido diferente. Los brazos apoyan en los montantes delanteros, cada uno adornado en el frente con una estatuilla de tritón que parece sostenerlo con uno de sus brazos levantado. Las colas escamadas de los tritones apoyan sobre un estípite gallonado que, como las molduras y las figuras, va dorado. El mueble se terminó al barniz y las maderas interiores se pintaron de color imitando caoba. Las cuentas del ebanista generalmente incluían las maderas, el trabajo de los oficiales, el barniz y todo lo necesario para concluir el mueble, aunque en ocasiones era la Real Casa la que proporcionaba la madera. En este caso el importe cargado por Maeso en su cuenta ascendió a 3.486 reales de vellón, a los que habría que añadir otros 280 que el ebanista pagó al proveedor Antonio Blanco por “una bacinica”, según reza la cuenta que se incluye en el documento. Con este tipo de muebles, la estancia del retrete adquirió un tono lujoso porque podría estar concebida para despachar asuntos o incluso para recibir visitas siguiendo la costumbre de la corte francesa.
La pieza se encuentra actualmente en su lugar original, una pequeña estancia que conserva la pintura mural (P08037) y alguno de los elementos originales, como un orinal (O0386) y un bourdalou (orinal oblongo) de porcelana (O0387).