Molduras arquitectónicas y adornos fingidos, con figuras alegóricas y flores
1835. Temple, Pintura mural sobre revestimiento mural.No expuesto
Pintura mural para la decoración de la sala del Retrete Real de Fernando VII. Desde los orígenes del Museo, esta pequeña estancia formó parte del espacio privado conocido como Gabinete de Descanso de sus Majestades (hoy sala 39), una habitación similar a la de otros palacios borbónicos en la que se encontraba instalado el retrete del rey. A pesar de lo avanzado de su fecha, 1834, la decoración pictórica de paredes y techos fue realizada todavía en estilo Neoclásico por Francisco Martínez.
Este espacio estuvo adjunto al Salón de Descanso Real del Museo, que fue modificado en 1866 para instalar allí el gran lienzo al temple de Vicente López, trasladado desde el Palacete del Casino de la Reina. La decoración del que había sido Gabinete de Descanso Real se modificó entonces por entero, conservándose únicamente la decoración de la sala del Retrete. Este espacio de 2,15 x 2,75 m. en planta se abre al pasillo y a la sala por dos huecos rectangulares, cuyos muros se pintaron simulando grisáceos de mármoles. Las esquinas se decoraron con sencillos motivos de rosetas en rombos, dentro de bandas verticales y un zócalo, también de mármoles fingidos de tonos grisáceos, con una moldura horizontal de estilizadas palmetas. El muro que da frente a la ventana que se abre frente al Botánico, se decora con una fingida hornacina donde se muestra, en trampantojo, un grupo de tres desnudos varoniles que sostienen un motivo de grutesco rematado con un jarrón de guirnaldas, que proyecta su sombra sobre el muro. La bóveda se decora con un delicado motivo de círculo y dos semicírculos, con telas plegadas de abanico, centrado el primero por un amorcillo que sostiene la cinta de una condecoración que parece ser la gran cruz de Carlos III. El luneto que determina la bóveda de cañón y el muro descrito, queda dividido en tres compartimentos por unas molduras fingidas con decoración "de ochos" y se decora con bellísimos motivos florales. Un cestillo de mimbres, rebosante de flores, llena el espacio central, y dos jarrones de piedra, también llenos de flores, los laterales. Aquí Francisco Martínez hace alarde de su seguridad en la iluminación y el trampantojo, haciendo con eficacia que algunas de las flores caídas del cestillo parezcan rebasar el plano del muro y se vuelquen hacia nosotros, con efectiva delicadeza. Sobre el hueco de la Sala se coloca, en un recuadro, una cartela con la corona Real con la inicial I (Isabel II) sostenida por leones. Sobre el tránsito del pasillo se repite el motivo de grutesco que corona el grupo del muro mayor. El conjunto, delicado y sobrio, se relaciona directamente con las obras de los palacetes reales de finales del siglo XVIII aunque de menor colorido y reducida también la acumulación de motivos. El autor fue un amable decorador que en el umbral de nuestro romanticismo isabelino mantiene vivo un eco del exquisito sentido decorativo de refinado neoclasicismo que dominaba la corte en tiempos de Juan de Villanueva.
El Museo del Prado también conserva en buen estado el mueble del retrete que estaba en esta sala ( O02764), y alguno de sus elementos originales, como un orinal y un bourdalou (orinal oblongo) de porcelana (O0386 y O0387).
Pérez Sánchez, Alfonso E., El autor de la decoración del Retrete de Fernando VII en el Prado. Boletín del Museo del Prado, Madrid, Museo del Prado, 1986, p.33-38