Orinal femenino o bourdalou, de porcelana blanca con filo dorado
Primera mitad del siglo XIX. Pasta cerámica, 11,7 x 25,2 cm. En exposición temporalEsta pieza formaba parte del “Retrete de SS. MM.”, situado en la ‘Sala de Descanso de SS. MM.’, lugar de reposo para los monarcas dentro del Real Museo de Pinturas.
El orinal denominado bourdalou o bourdaloue estaba pensado para las damas. Su nombre procede, según una tradición sin confirmar, del apellido del padre jesuita Louis Bourdaloue (1632-1704), uno de los más ilustrados del reinado de Luis XIV, que era un gran orador, cuyos sermones duraban, al parecer, más de dos horas, por lo que las damas situadas en las primeras filas de la capilla para no ausentarse, necesitaban que sus damas de compañía se los facilitaran. Pecker, sin embargo, recuerda que el uso de orinales oblongos se remonta al mundo griego, en que eran llamados ‘amigos’ y se usaban en los grandes banquetes.
Diseñados para adaptarse a la morfología femenina, fueron utilizados durante el siglo XVIII y, sobre todo, en el XIX, para llevar en los viajes, y en las habitaciones privadas de algunas damas, fabricándose sobre todo en porcelana, aunque también en loza, y en alguna ocasión en plata. Hay algunos ejemplares, los menos, que tienen tapa.
Una pieza similar, en lo que se refiere a la decoración, blanca y solo con el filo dorado, y con las iniciales del propietario en el frente - en este caso de Luis Felipe de Orleans - se conserva en el Museo Flaubert y de Historia de la Medicina en Rouen.
Ejemplares de esta tipología, con decoración en el exterior, se conservan en colecciones como las del Palacio de Versalles, en el V&A o en el Metropolitan, entre otros. Se realizaron habitualmente en diferentes manufacturas francesas, inglesas, de los Países Bajos y alemanas, fundamentalmente.
Para un profano, podría parecer a primera vista que se trata de una salsera; la diferencia esencial es que los bourdalou tienen un tamaño lógicamente mayor, no tienen pie o base, ni pico vertedor, la parte delantera es más estrecha que la trasera, y en ocasiones, los bordes superiores se hunden levemente hacia dentro.
La manufactura de la ‘Real Fábrica de la Moncloa’ se creó en 1816, en el madrileño Real Sitio de La Florida, bajo el patrocinio de la reina M.a Isabel de Braganza, segunda esposa de Fernando VII, como empresa propiedad de la Corona y para fabricar objetos destinados al uso real, fundamentalmente en porcelana y loza. Seguía la tradición de la Real Fábrica del Buen Retiro, creada por Carlos III, que había sido destruida por las tropas británicas durante la Guerra de la Independencia, de la cual se rescató el personal, así como moldes, pastas y materiales, lo que explica que en los primeros momentos perviviera la tradición de dicha real fábrica. Su primer director fue Antonio Forni, que había venido de Capodimonte con Carlos III.
El cambio más sustancial tuvo lugar en 1874 cuando se incorporaron los hermanos Zuloaga y se inició la fabricación de azulejos para edificios.