Paisaje con la Magdalena penitente
Hacia 1660. Óleo sobre lienzo, 76 x 130 cmNo expuesto
En un bellísimo paisaje, pleno de luz y diferentes detalles, a cuál más refinado y auténtico, tomado del amplísimo repertorio que ofrece la naturaleza, en cuyos fondos se aprecian unas edificaciones, aparece la figura de la Magdalena a un lado contemplando una cruz, casi en éxtasis, con un libro ante sí. La presente obra prueba no solo el virtuosismo del autor al concebir e interpretar el tema, sino también sus agudas dotes de observación para captar la atmósfera. Hay un abandono de la sobriedad clasicista y la naturaleza recupera toda su vitalidad casi sin someterse a reglas apriorísticas: aparece un dinamismo barroco renovado y el autor parece embriagarse con su nuevo descubrimiento, como si hasta aquel momento hubiese estado constreñido a pintar siguiendo cánones que no le eran propios, sino impuestos, y en este instante se liberase de tan incómoda carga. La coherencia espacial se mantiene, pero va desapareciendo aquel gusto por llenar con figurillas accesorias los distintos planos, prefiriendo unos términos naturales que se suceden a sí mismos y mediante la disposición de volúmenes, gradación de tonos y empleo de luces, sabiamente distribuidas, prescindir de los elementos de perspectiva lineal, en base a una consecución de ambiente y situación cotidianos de manera excepcional. En suma, hay una alegría y ligereza de interpretación muy singulares y en cierto modo independientes de otras manifestaciones artísticas coetáneas (Texto extractado de Luna, J. J.: Claudio de Lorena y el ideal clásico de paisaje en el siglo XVII, Museo del Prado, 1984).