El Palacio del Rey Planeta
Museo Nacional del Prado. Madrid 06/07/2005 - 27/11/2005
Con ocasión del IV centenario del nacimiento del rey Felipe IV (1605-1665), el Museo del Prado organiza esta muestra dedicada a la decoración pictórica del palacio del Buen Retiro, edificio construido durante el reinado de este soberano a instancias de su valido, el conde-duque de Olivares. Felipe, cuarto monarca de este nombre, era designado en los textos de la época como Rey Planeta por su asociación con el sol, cuarto en la jerarquía de los astros.
El palacio fue ornamentado con una extraordinaria colección de pinturas, encargadas en Madrid, Roma y Nápoles. En tan sólo diez años (1633-1643) se adquirieron con destino a esta residencia unas 800 obras de artistas españoles, italianos y franceses tan importantes como Velázquez, Zurbarán, Ribera, Poussin, Claudio de Lorena, Lanfranco o Domenichino, muchas de las cuales pasaron después a engrosar los fondos del Museo del Prado.
La muestra, que ha sido dividida en cinco secciones, propone un recorrido por los diferentes ámbitos pictóricos del Buen Retiro, rescatando el concepto de serie con el que las pinturas fueron concebidas en el siglo XVII. Entre los espacios evocados destaca el Salón de Reinos, el recinto más representativo y emblemático del Buen Retiro, cuyo conjunto decorativo puede contemplarse reunido por primera vez desde que fue desmontado en el siglo XVIII.
Ubicado en el extremo oriental de Madrid, el palacio del Buen Retiro tuvo su origen en la ampliación de un pequeño aposento real unido al monasterio de San Jerónimo (Cuarto Real). En un breve espacio de tiempo (1633-1640), el complejo palacial se fue conformando mediante la sucesiva adición de espacios de nueva construcción: cuartos reales, dos plazas abiertas para la celebración de justas y corridas de toros -la Plaza Principal y la Plaza Grande-, el Salón de Reinos, el Patio del Emperador, el Patio de los Oficios, el Casón -destinado a sala de bailes- y el Coliseo, dedicado a la representación de comedias y tramoyas.
Uno de los aspectos más destacados de la residencia -que tan sólo era ocupada unas semanas al año- lo constituían el parque y los jardines. Sobresalía por su belleza el Jardín de la Reina, adornado con la estatua ecuestre de Felipe IV (ahora en la Plaza de Oriente), así como el Estanque Grande, ideado para pasear en barca y escenificar espectáculos acuáticos. La Guerra de la Independencia destruyó el conjunto, salvo el Casón y el ala norte de la Plaza Principal, hoy muy reformada y dedicada a Museo del Ejército. Los jardines sirvieron de precedente al actual parque del Retiro, aunque no pervive prácticamente nada de su trazado primitivo. Conservamos tan solo alguna vista exterior del palacio y, desgraciadamente, ninguna panorámica interior.