San Francisco
1604 - 1605. Pintura al fresco sobre revestimiento mural trasladado a lienzo, 151 x 103,3 cmEn exposición temporal
Las pinturas de la capilla costeada por el banquero español Juan Enríquez de Herrera en la iglesia de Santiago de los Españoles reproducen escenas de la vida de san Diego de Alcalá, franciscano andaluz fallecido en 1463 y canonizado por Sixto V, también franciscano, el 2 de julio de 1588. Sin duda, pueden considerarse las grandes desconocidas del catálogo de Annibale Carracci, con obras dispersas en tres ciudades de dos países diferentes (Madrid, Barcelona y Roma). El conjunto madrileño está formado por siete frescos. Los primeros son los cuatro trapecios que decoraban la bóveda de la capilla y que narran asuntos relativos a la vida de san Diego de Alcalá: San Diego recibe limosna (P2798), la Refacción milagrosa (P2909), San Diego salva al muchacho dormido en el horno (P2910) y San Diego recibe el hábito franciscano (P2908). Además, el Museo del Prado posee tres de los óvalos que se situaban en las pechinas: San Lorenzo (P78), el más bello de todos ellos, San Francisco (P76) y Santiago el Mayor (P77).
La decoración de la capilla Herrera sucedió en el tiempo a los trabajos realizados por Annibale Carracci en la galería Farnese, la obra que le otorgó fama entre sus contemporáneos. A esta siguió el espacio que nos ocupa y las obras conocidas como las lunetas Aldobrandini, paisajes religiosos de cronología controvertida. Las tres intervenciones, llevadas a cabo bajo circunstancias muy diversas, fueron concebidas por Annibale y realizadas parcialmente por él con la ayuda de sus ayudantes, principalmente Francesco Albani. Las escenas de la capilla Herrera en Santiago de los Españoles se enmarcan en una concepción nueva de la pintura religiosa que surgió en Roma en torno al cambio de siglo, consistente en la producción de narraciones extraídas de la vida diaria, creíbles para sus contemporáneos, en la línea de lo propugnado por reformadores de la Iglesia como Cesare Baronio. A ello colaboró la biografía del propio san Diego de Alcalá, personaje modesto cuya vida transcurrió por veredas ausentes de épica, con dos momentos estelares: su viaje evangelizador a las islas Canarias y el llevado a cabo a Roma en 1450, con motivo de la canonización de san Bernardino de Siena y del jubileo celebrado ese año. Esa ausencia de épica fue representada por Carracci con un tono escasamente enfático, coherente con la mencionada corriente de pensamiento y la biografía de Diego.
Las pinturas de la capilla Herrera se pasaron a lienzo a instancias del escultor Antonio Solá, a costa de Fernando VII, y llegaron a España en 1851.
Úbeda de los Cobos, Andrés, 'La capilla Herrera en Santiago de los Españoles. El último fresco de Annibale Carracci en Roma' En:. Annibale Carracci. Los frescos de la Capilla Herrera en Roma., Museo Nacional del Prado; Museu Nacional d'Art de Catalunya., 2022, p.83-135