Autorretrato
Hacia 1860. Óleo sobre lienzo, 75 x 62 cmSala 062A
El pintor se retrata de busto prolongado ante un fondo grisáceo. Su rostro, de frente ancha y cabello ondulado, parece representar unos cuarenta años. Lleva bigote y perilla, y mira al espectador con el ceño fruncido. Pulcramente vestido como un perfecto caballero, prende su corbata con un alfiler de perla y se envuelve en una capa negra, en la que oculta su mano derecha. Eugenio Lucas practicó en contadas ocasiones el retrato, con resultados generalmente bastante discretos, a excepción de casos puntuales, como este espléndido lienzo o el retrato de Los hijos del artista, de la colección March, sin duda su obra maestra en el género.
No obstante, Lucas mostró cierto interés por su propia imagen, aunque todos los autorretratos conocidos se agrupan en torno a 1860, ya que aparenta en ellos una edad semejante. Este es, sin duda, el mejor de todos, tanto por la franqueza de su técnica, suave y esponjosa, como por la presencia imponente de la efigie del pintor, que quiere aparecer ante el espectador con una imagen distinguida y distante, mostrando en su gesto algo displicente la superioridad de su genio artístico, y su carácter enérgico y vivaz, que tan claramente se traduce en su obra (Texto extractado de Díez, J. L.: Artistas pintados. Retratos de pintores y escultores del siglo XIX en el Museo del Prado, Museo del Prado, 1997, p. 92).