Encadenada
Hacia 1850. Óleo sobre hojalata, 33 x 40 cm. No expuestoEsta obra puede ser el resultado de la impresión causada por el juicio y la ejecución del cura Merino, que se llevó a cabo en 1852, como resultado del intento de regicidio de Isabel II, cuando Eugenio Lucas Velázquez comenzó una serie de pinturas sobre el proceso inquisitorial y torturas. Sus escenarios son generalmente cuevas o lugares oscuros, siniestros y subterráneos, donde se resignan los protagonistas, agotados por el peso de la injusticia. En este caso, como en otros, el autor se inspira en temas goyescos, en particular de los Caprichos. Sin seguir estrictamente los modelos de Goya, denuncia, como el aragonés, el peso de la justicia y las condenas desproporcionadas.
En este caso predominan los tonos oscuros y confiere a la escena un aspecto lúgubre en el que una mujer al límite de sus fuerzas, es sujetada por una anciana detrás de ella. La lividez de la piel de la mujer la consigue con una técnica empastada. Los únicos toques de color son el chal morado, la túnica azul y la poca luz que se parece filtrar por el lateral izquierdo. La pintura viene de la Comisaría General del Servicio de Defensa y Recuperación del Patrimonio Artístico, creada inmediatamente después de la guerra civil, que la entrega al Museo Nacional de Arte Moderno. (Texto extractado de: De Greco à Picasso, Madrid: Ministerio de Cultura, 1987, p. 358).