Cristo muerto sostenido por dos ángeles
Principio del siglo XVII. Óleo sobre lienzo, 113 x 90 cmNo expuesto
La obra de Francisco Ribalta se incluye dentro de la pintura naturalista del primer tercio del siglo XVII. Vinculado duran-te veinte años a Madrid y su entorno, más concretamente al monasterio de El Escorial, Ribalta adoptó inicialmente las formas expresivas de los manieristas reformados, un grupo de pintores italianos que en los últimos años del siglo XVI desarrollaron su actividad en El Escorial: Zuccaro, Tibaldi o Cambiaso; artistas no especialmente dota-dos pero que posibilitaron la renovación de la pintura española; especialmente entre aquellos artistas patrios que tuvieron con-tacto directo con el Real Monasterio escurialense. Como Navarrete el Mudo, Urbina o Luis de Carvajal, Francisco Ribalta llevó a cabo una pintura en la que fue introduciendo un realismo descriptivo, una monumentalidad formal y una iluminación dirigida que transformará la pintura española para introducirla en el barroco inicial. Tras su asentamiento en Valencia, el pintor catalán (Ribalta había nacido en Solsona en 1565) incluye otros componentes italianos, como un personal tenebrismo y una técnica suelta y deshecha que se ha considerado próxima a la pintura veneciana.
Sin embargo, en este Cristo muerto sostenido por ángeles, una iconografía medieval que fue rescatada por la iglesia de la Contrarreforma, Ribalta debe ser visto sobre todo como un copista del pintor más celebrado, a principios del siglo XVII, de la escuela valenciana: Juan de Juanes. Ribalta había copiado una composición muy similar que se hallaba en la parroquia de San Andrés, y de la que se conocen otras versiones con ligeras variantes. En 1607 el gremio de plateros había pedido a Ribalta, entonces el pintor más importante asentado en Valencia, que copiara el retablo de San Eloy, un con-junto de Juanes que aparecía en esas fechas en pésimas condiciones de conservación. Como en esta ocasión, el trabajo se hizo con gran fidelidad a la obra del artista valenciano, deudor en gran parte de sus trabajos de la huella dejada por la pintura de Sebastiano del Piombo, el veneciano que había adoptado la monumentalidad de Miguel Angel, y cuya pintura se conocía y admiraba en la ciudad del Turia desde 1521, cuando el embajador Jerónimo Vich trajo consigo pinturas del veneciano. Juan de Juanes fue durante mucho tiempo el gran referente te de la pintura valenciana (luego compartiría gloria con Ribera y Ribalta), y la copia de sus obras por parte de Ribalta podría explicarse como la pervivencia de los gustos devocionales de la clientela local, pero, también parece probado que Ribalta quedó atraído por la calidad de la obra del valenciano, un pintor de gran técnica y preciso dibujo anatómico, y con quien compartía el interés por la pintura de Sebastiano del Piombo, artista al que también copió Ribalta en alguna ocasión. Esta pintura fue adquirida en Valencia; para ingresar en la colección real en 1804, en unas fechas en que el rey Carlos IV estaba interesado por la obra de Juan de Juanes.
Esplendores de Espanha de el Greco a Velázquez, Río de Janeiro, Arte Viva, 2000, p.204