Crucifixión
Segundo tercio del siglo XVI. Aguada parda, Pluma, Tinta parda sobre papel verjurado, 290 x 187 mmNo expuesto
La composición se relaciona íntimamente con pinturas de Juan Correa de Vivar del mismo tema como La Crucifixión que, fechada en 1540, procede de un retablo encargado por la familia Colón y Mendoza (Barcelona, colección particular). En ella la disposición de los dos ladrones es análoga a la de este dibujo, atados a maderos en forma de T y, sobre todo, el escorzo del cuerpo del mal ladrón, con las piernas muy flexionadas. Asimismo la ondulación del paño de pureza de Cristo, volada en un característico caracoleo, se repite con gran cercanía. El mismo detalle, más simplificado, se localiza en un tabla más tardía, de la década de 1560, con la que igualmente se puede relacionar el dibujo: el Calvario de la capilla de Santa Catalina de la Iglesia del Salvador de Toledo. El esquema simétrico, tan frecuente en las visiones del Gólgota, se vuelve a dar circunscrito a las figuras de María y San Juan flanqueando la Cruz. El canon estilizado de las figuras, los tipos humanos y el plegado de los ropajes concuerdan más con este diseño. Incluso coinciden motivos accesorios, como la visión lateral de la calavera que yace en el primer término. Otros aspectos concuerdan con recientes descubrimientos sobre el quehacer de Correa como dibujante. El uso bien definido y preciso de la línea se aprecia en el dibujo subyacente de las tablas de los retablos del monasterio de Guisando, hoy en el Museo del Prado. Llama la atención el empleo de un recurso concreto en algunas partes sombreadas, como el manto de la Virgen, inicialmente marcadas con un rasgueado a pluma y luego reforzadas con la delicada aplicación de una aguada parda. Esta práctica ha sido advertida en dichas pinturas, en las que algunas zonas de sombra habían sido planteadas inicialmente con un entramado de trazos. El estarcido de todos los contornos del dibujo, sería clara muestra del uso del dibujo en alguno de los obradores artísticos castellanos de finales del Renacimiento. El estarcido servía para trasladar el diseño a otra superficie, bien para llevarlo a una tabla u otro soporte para ser pintado, o para otras prácticas artísticas necesitadas de la reproducción de un original. Es el caso del bordado, en el que se ha plasmado, por medio de técnicas de aguja, un modelo denominado cartón, que previamente ha sido estarcido sobre la tela que sirve de soporte a la labor. En relación con el universo formal de Correa, se ha advertido la vinculación del frontal de altar bordado perteneciente al terno conocido como "de la fundadora", en el monasterio madrileño de las Descalzas Reales.
Aterido Fernández, Ángel, 'Juan Correa de Vivar. Crucifixión' En:. Juan Correa de Vivar, c. 1510-1566 : maestro del Renacimiento español., Toledo, Sociedad Don Quijote de Conmemoraciones culturales de Castilla la Mancha, 2010, p.166-169 n.26