La Resurrección de Cristo
Segundo tercio del siglo XVI. Temple sobre tabla de madera de pino, 210 x 135 cmDepósito en otra institución
La representación de Cristo resucitado, triunfante junto al sarcófago que acogió su cuerpo durante tres días tras su muerte en el Gólgota, fue un tema frecuente en la producción de Correa. El retablo del convento de clarisas de Griñón (Madrid), fechado hacia 1532-1534, conformaría la estructura compositiva esencial, con Cristo como eje central, situado sobre una escalinata de piedra sobre la que descansa el sarcófago y flanqueado por los soldados que custodiaban el sepulcro. Como es habitual en esta escena, el pintor plasmó las variadas y estereotipadas reacciones de los soldados, desde el sueño despreocupado, el estupor y la huida. Tal esquema se mantendrá casi inalterado en la versión para el retablo mayor del monasterio de San Martín de Valdeiglesias, conservado en el Museo del Prado, aunque el tema se enriqueció con la escena del encuentro de Jesús resucitado con María Magdalena. Esta otra versión, algo posterior y de mayores dimensiones, debió realizarse para algún retablo de estación, probablemente encastrado en un muro, como probarían las erosiones y daños que se detectan en el perímetro de la obra. Correa realizó una adaptación del modelo inicial que refuerza la impronta clasicista del tema, siguiendo un esquema triangular que entroncaría con la Resurrección de Rafael de la Pinacoteca Vaticana, pero aún más con la personal revisión que del tema hizo el maestro de Correa, Juan de Borgoña. A este se deben los murales de la Sala Capitular de la Catedral de Toledo (1509-1511) donde incluyó una Resurrección que hubo de tener presente Correa para todas sus versiones, pero especialmente para esta. Este ejemplar recupera la marcada frontalidad y disposición de la figura de Cristo, incluyendo el dibujo ondulante del manto púrpura; la concepción de la cercana gruta, ocupando un lateral de la obra que se contrapone a la luminosa visión del paisaje, bañado por una lírica luz de amanecer; la inclusión de un marco vegetal de ricos matices y pormenorizado dibujo y la representación de los soldados que completan la escena, son elementos que entroncan de manera directa con Borgoña. Se repiten incluso los tipos de corazas a la romana, las alabardas o la presencia del casco que descansa sobre uno de los peldaños, muy próximo a los pies de Cristo. El soldado del segundo término, sentado y visto de perfil con la cabeza apoyada en la mano izquierda, recuerda a uno de los que aparecen en la estampa del mismo tema de Durero, y que forma parte de la Pasión Pequeña (1509-1511) (Texto extractado de Ruiz, L.: Juan Correa de Vivar, c. 1510-1566. Maestro del Renacimiento español, 2010).