Felipe de Borbón y Farnesio, infante de España, duque de Parma
1739 - 1742. Óleo sobre lienzo, 90 x 73 cm. No expuestoHijo de Felipe V (1683-1746) y de Isabel de Farnesio (1692-1766), nació en Madrid el 15 de marzo de 1720; poseyó la dignidad de gran prior de Castilla, se casó con Luisa Isabel de Francia, hija mayor de Luis XV, en 1739, y fueron duques soberanos de Parma desde 1742 hasta su muerte, aunque el gobierno efectivo del ducado y de los de Piacenza y Guastalla no les fue reconocido hasta 1748 por la paz de Aquisgrán. Tuvieron tres hijos: Fernando, sucesor en el gobierno de los Estados, Isabel, que se casó con el futuro emperador José II, y María Luisa, que contrajo matrimonio con su primo, el príncipe de Asturias, más adelante Carlos IV. Fue hombre de armas -tomó parte en las campañas de Italia, de 1743 a 1748, durante la guerra de Sucesión de Austria- y de Estado, introduciendo mejoras notables en los territorios sobre los que reinó. Con él se inicia la dinastía Borbón-Parma. Murió el 18 de julio de 1765 en Alessandria. El lienzo le presenta de más de medio cuerpo, con amplia casaca de color pasa, bajo la cual se aprecia un chaleco amarillo de brocado con la banda azul de la orden del Saint-Esprit cruzándole el pecho y, bajo ésta, la roja de la de Saint-Michel; cuello, corbata y puño de encaje blanco, así como manto rojo y tricornio negro emplumado bajo el brazo izquierdo, completan el atuendo. Se toca con una peluca empolvada que desciende largamente por la espalda, sujeta detrás de la nuca con una lazada negra que ondea sobre los hombros. Enriquece el conjunto un gran cortinaje verdoso ribeteado de dorado que, al no ocupar todo el espacio posterior, permite ver un fondo de paisaje marítimo en calma, tratado sumariamente, con nubes. La imagen del entonces infante es directa y sencilla, aun cuando se encuentre determinada por su aire oficial y el hecho de ser un trabajo preparatorio para el gran lienzo La familia de Felipe V que guarda el Museo del Prado (P2283). En realidad Van Loo (1707-1771) ha creado aquí una efigie independiente, válida en sí misma, puesto que si se compara con su aparición en el cuadro antedicho en medio de la familia de su padre se observará cómo el pintor no ha aprovechado todo el estudio de la figura, sino que ha empleado los hallazgos estéticos de esta pieza de manera parcial. Aparte de ello, el concepto de la presente composición, no obstante ser parecida en los aspectos generales y la actitud, se formula de manera distinta: el futuro duque de Parma aparenta estar en una balconada abierta al mar -en cuya lejanía se advierte una vela- dispuesta más como un recurso a efectos decorativos que con el ánimo de expresar un panorama concreto y distintivo. El gusto por la representación de las calidades en los tejidos y algunos detalles minuciosos, como los bordados y encajes, los botones o los cabellos, se combina con la factura amplia y cuidada, todo lo cual contribuye a crear una obra correcta, elegante y distinguida, dentro del mejor espíritu del retrato francés, al modo internacional de las cortes europeas, durante el segundo tercio del XVIII (Texto extractado de Luna, J. J. en: El retrato español en el Prado. Del Greco a Goya, Museo Nacional del Prado, 2006, p. 146).