Galeotes
Hacia 1897. Óleo sobre lienzo, 141 x 226 cmDepósito en otra institución
Representa, en primer término, a dos galeotes que reman encadenados en el oscuro interior de un galeón turco del siglo XVI, uno de edad avanzada, a la izquierda, con pelo canoso y amplias entradas está sentado sobre una viga de madera, con el torso desnudo e inclinado hacia delante, apoya el codo derecho sobre su pierna y en su mano sujeta un rosario de color negro que nos indica su condición de cristiano, y otro hombre más joven, a la derecha, está sentado con las piernas abiertas y un pie encadenado, también con el torso desnudo, tiene las manos fuertemente asidas a un remo, y aunque su cuerpo está de frente gira la cabeza hacia atrás indicándonos que al fondo, en una penumbra absoluta, hay otro prisionero. La luz penetra a través de dos pequeñas ventanas del casco de la nave por donde se ve el mar, por lo que el autor juega con la escasa luz que penetra por las escotillas para crear fuertes contrastes lumínicos y resaltar los estudios anatómicos.
Se trata del cuadro correspondiente a su primer envío reglamentario como pensionado en la Academia de Roma, a la que llegó gracias a una beca de la Diputación de Málaga. Las primeras noticias sobre el mismo proceden del 3-4-1896 cuando comunica al director, de quien enseguida recibe elogios, que se propone hacer un estudio del modelo desnudo en luz y en sombra en dos figuras relacionadas entre sí por alguna idea... el entrepuente de un Galeón turco del siglo XVI donde apareados a un remo se hallan dos cautivos cristiano y se propone manifestar, por la actitud y la expresión, el diverso modo que de sobrellevar la penosa esclavitud tienen ambos, tratando de poner de relieve, por la resignación cristiana que exprese especialmente una de las figuras del cuadro, el espíritu religioso de la época. Hace su entrega el 2-10-1896, mereciendo la calificación honorífica cuando fue juzgado en Madrid el 3-7-1897. El 26-3-1897 había solicitado exponer su obra en la Nacional de ese año, lo que se le concedió el 6-4-1897. Allí, a pesar de no figurar entre las obras premiadas con medalla, fue muy considerada e incluso reproducida en la prensa. El crítico Reparaz comentó a propósito: Hay un vigor poco vulgar. Se ve la carne y se palpan los músculo. Esta obra resume la enseñanza académica y el gusto oficial, ya que tenemos, por un lado un excelente estudio anatómico y por otro un tema de historia, que era el favorito de la época.
Hay, en efecto, una habilidosa captación de los elementos de la realidad, con unos empastes que demuestran un excelente oficio. Se libera de la antigua rigidez compositiva que seleccionaba los planos representados, de tal manera que hace a la luz protagonista del cuadro, todo lo cual tiene algo de sorollesco. Este efecto de luz, especialmente interesante porque irrumpe con contrastada violencia haciendo vibrar plásticamente las superficies a las que llega, contribuye a forzar la inquietud del tema. La obra conecta con los problemas plásticos de carácter luminoso que preocupan a los pintores post-realistas, de tal manera que el pintor salva con habilidad la sumisión al estudio anatómico que imponía el Reglamento para este tipo de cuadros, y, al propio tiempo, lejos por completo del sentido narrativo de la historia, trata de apuntar una reflexión argumental propia del atractivo finisecular hacia ciertas expresiones de lo religioso (Texto extractado de Roma y el ideal académico: la pintura en la Academia Española de Roma 1873-1903, Comunidad de Madrid, 1992, p. 160 y Quiroga, Museo do Prado. Os depósitos no Museo Provincial de Lugo, 2011, p. 178).