Juba II
Hacia 10. Mármol blanco, 66 x 27 cmSala 071
El gran atractivo de la personalidad de Juba II reside en su vertiente de intelectual, estudioso y autor prolífico, que mereció elogios de Plutarco o Plinio (García García, 2006-2007). Su educación en Roma y su matrimonio con la hija de Marco Antonio y Cleopatra, entroncando con la dinastía ptolemaica, lo ligó a un mundo que tenía su referente en Alejandro Magno. Ese filo-helenismo se hace patente en sus representaciones como héroe, con su cabeza diademada y una visión idealizada de belleza eternamente joven, en una tradición continuada por su hijo Ptolomeo. La obra del Prado es prueba de su fortuna, interesante para comparar con otras en mármol, pero especialmente con el exquisito bronce de Volúbilis (Boubbe-Piccot, 1990) que, incluso en el material, remite a los más refinados modelos griegos. Su presencia en la Colección Real no está documentada. La relación efectiva de Juba con Gades y Carthago Nova, de donde fue duunviro (Domínguez Monedero, 2017) y la existencia certera de imágenes suyas en lugares relacionados con su protección, como la citada por Pausanias en el Ptolemaion ateniense, permite especular con un origen hispano de la obra. La adquisición en el siglo XVI, de “figuras de mármol, antiguas” por la reina María de Hungría, en Mérida (Estella Marcos, 2001), podría sugerir un posible camino de ingreso.