La Virgen, arrodillada, contempla al Niño con admiración; San José señala al recién nacido, mostrándolo a los pastores que aparecen por la puerta. La escena se desarrolla en el interior del establo, iluminado por la luz que emana del recién nacido. La pintura no es sólo una representación del nacimiento de Jesús. La presencia de la cesta con pan en primer plano, acompañada por un saco de grano y por las espigas de trigo sugieren una posible alusión eucarística. Alusión que podría ser literal si se considera que el cruce de las dos espigas entre las cabezas de madre e hijo es demasiado rebuscada para no ser premeditado, porque forman una cruz. La aparente sencillez de esta Natividad es fruto de un arduo trabajo en el que Barocci, partiendo del natural, sigue un proceso enormemente elaborado del que ha quedado testimonio gracias a los muchísimos dibujos que documentan la incansable actividad gráfica de este pintor (Redín, 2011).

Se conservan numerosos dibujos preparatorios repartidos entre Florencia, Berlín, Detroit, Cambridge, Milán, Amsterdam y Windsor Castle (Emiliani, 2008 y Turner, 2013). Otro en el Museo de Grenoble (Pagliano, 2010). En la Pinacoteca Ambrosiana de Milán hay una copia documentada de Alessandro Vitali (1560-1630).

Consta que en 1597 pintó un cuadro de este asunto para el duque de Urbino, Francisco Maria della Rovere, que en 1605 lo donó a Margarita de Austria, quien lo colocó en su cámara. Probablemente se trate del inventariado en la colección Ensenada: "Otra de un Nacimiento de Cristo, de dos varas de caida y vara de ancho: original de Barrochi." (Inventario de 1754 según la transcripción de Águeda Villar, 1989, p. 168) (Urriagli Serrano, Diana, 2012, p. 140). Sin embargo, no se individualiza en los inventarios reales hasta el de Carlos IV, donde se cita en la Casita del Príncipe de El Escorial. En 1814 estaba en el Palacio Nuevo.