Liuva I
1855. Óleo sobre lienzo, 224 x 140 cm.En 1847, José de Madrazo, como director del Real Museo, proyectó crear como sección propia dentro del mismo una vasta iconoteca regia que recorriera toda la historia de la Monarquía hispana, que finalmente quedó plasmada en una Real Orden firmada por Isabel II el 1 de diciembre de 1847. El proyecto, además de la voluntad de recuperar el pasado histórico nacional, tenía un evidente sentido político de legitimación de derechos de la soberana, en un período caracterizado por una incesante lucha contra el poder femenino.
Además de elegir entre los retratos que ya existían en los diferentes Palacios y Sitios Reales, se implicó en la ejecución del encargo a un considerable número de artistas contemporáneos, tanto reconocidos como noveles, pero casi todos asociados al círculo protector de José de Madrazo.
Este retrato, encargado a Antonio Gisbert Pérez, representa a Liuva I († Carbona, 573), rey godo de España (567-573) que sucedió a Atanagildo (I-164) y precedió a Leovigildo (P-6092). Está representado en pie, de perfil, con el rostro vuelto hacia el espectador. Viste túnica blanca y manto carmesí y apoya su mano en un largo cetro. Liuva I, que reinó entre 567 y 572, sucedió a Atanagildo, y antes de ser proclamado rey en la ciudad de Nabona, había sido dux de Septimania. Con el fin de evitar conflictos innecesarios, asoció al trono a su hermano y sucesor Leovigildo, dux de Toledo, en quien delegó el gobierno de Hispania mientras reservaba para él el de la Galia. Con este decisión tomada por Liuva se rompió la tendencia de los anteriores reyes godos, quienes nada más conseguir el poder, intentaban afianzarse en él (Texto extractado de: Pintura del Siglo XIX en el Museo del Prado: Catálogo General, Madrid: Museo Nacional del Prado, 2015, p. 230 y Díez, J. L.; La pintura isabelina: arte y política, Madrid: Real Academia de la Historia, 2010, pp. 59-70).