Santiago Miranda
1832 - 1836. Óleo sobre lienzo, 77,5 x 56 cmEn exposición temporal
Retrato de Santiago Miranda y Montijano, nombrado en 1836 caballero supernumerario de la Orden de Carlos III. La pareja de retratos del matrimonio Miranda Pascual, formada por esta obra y el retrato de Fernanda Pascual (P04296), es un claro ejemplo de una de las tipologías más extendidas y características del romanticismo español, el retrato de gabinete. Estas pinturas tenían un carácter marcadamente íntimo y estaban destinadas, normalmente, a las estancias privadas de sus poseedores. Retratos con este formato, cuyas pequeñas dimensiones los hacían muy asequibles económicamente, abundan caudalosamente a lo largo de toda la producción artística de Esquivel. El fin principal de estas obras era, por tanto, captar fielmente el parecido del modelo y por ello Esquivel se concentró fundamentalmente en la ejecución de los rostros de los retratados, obviando cualquier detalle de ambientación que pudiera distraer la atención del espectador.
El retrato de Santiago Miranda repite el planteamiento iconográfico del retrato de su esposa; el rostro está claramente definido, con una factura prieta y precisa que transmite sus facciones con realismo, pero la iluminación no está dirigida sobre el rostro tan artificialmente como en el retrato de su esposa. La sencillez del atuendo, cuya sumaria factura contrasta con la esmerada ejecución de las facciones del personaje, recalca que la obra fue pintada para un uso estrictamente privado, pues el retratado se muestra de manera informal, con chaqueta corta, chaleco bordado y faja y sin corbata, luciendo la blancura de su piel por debajo del tostado rostro, tanto en el cuello como en la amplia apertura de su camisa, y con unas pobladas patillas de hacha, como marcaba la moda masculina de esos años. La pareja de retratos fueron probablemente realizados al mismo tiempo, en 1832. El del marido seguramente fue repintado en 1836 coincidiendo con el nombramiento en ese mismo año de Santiago Miranda como caballero supernumerario de la orden de Carlos III, cuya escarapela luce claramente superpuesta sobre la solapa. Además, la última cifra de la data está repintada, lo que parece confirmar esta hipótesis. Miranda fue presidente de la Junta de Clases Pasivas del Ministerio de Hacienda, institución que se ocupaba de administrar las pensiones y subsidios que concedía el Estado, y recibió en 1856 la gran cruz de caballero de la orden de Isabel la Católica como reconocimiento a su brillante y dilatada carrera (Texto extractado de G. Navarro, C. en: El retrato español en el Prado. De Goya a Sorolla, Museo Nacional del Prado, 2007, pp. 108-109).