Vista del Monasterio de El Escorial
Hacia 1722. Óleo sobre lienzo, 50 x 82 cmSala 020
El presente cuadro forma parte de una serie de imágenes de los Reales Sitios que, en lo concerniente al Escorial, se compone de cinco panoramas con diferentes puntos de vista. Todos poseen un indudable carácter descriptivo que insiste en visiones generales en cada una de las cuales se incluye alguna anécdota accesoria, con objeto de humanizar el asunto: religiosos, paseantes, una carreta de bueyes, un peregrino. La representación del panorama escurialense, sereno y grandioso, bañado por la luz, relega la arquitectura a un papel casi secundario, convirtiendo al solemne edificio en una especie de pretexto para la creación artística de un espacio intemporal. Merced a unas formulas, cuya modernidad sorprende, y que pueden compararse con las de ciertos estudios de paisaje de Jean-Baptiste Oudry y Alexandre-François Desportes, el oficio de Houasse revela un género de preocupaciones artísticas que aparentan propias de la segunda mitad del siglo XIX entre las fórmulas de Jean-Baptiste Camille Corot y los principios básicos del ambiente impresionista. Ejemplo de lo que el pintor puede alcanzar en la renovación de la visión del paisaje es la presente pintura, sumamente especial, dedicada como sus compañeras de grupo a reflejar los lugares donde se desarrollaba la vida de la Corte. La sensación de paisaje tratado directamente, intuido en toda su dimensión y sentido con profunda sensibilidad, muestra la maestría del autor para la captación de la naturaleza, por medio de una pincelada ligera que en vez de precisar bosqueja merced a esos toques breves de inesperada modernidad para su tiempo. El personaje representado -un monje que se concentra en la lectura, ajeno a la belleza de su entorno- supone una sencilla referencia para recordar la presencia de los Jerónimos en la fundación monástica, y a la vez despliega un recurso técnico, puesto que su figura sirve de referencia en el primer plano a fin de introducir el paisaje posterior, dotándolo de una perspectiva en profundidad, en cuyo esquema espacial se incluye el monumento arquitectónico con un palpable sentido de la realidad. De fecha imprecisa, cabe pensar que llevase a cabo la obra durante los primeros años de la tercera década del siglo XVIII, cuando la presencia de Jean Ranc, llegado a Madrid en 1722 para ejercer como pintor de cámara de Felipe V, apartó definitivamente a Houasse de la ejecución de retratos para la familia real (Texto extractado de Luna, J. J.: De Tiziano a Goya. Grandes maestros del Museo del Prado, National Art Museum of China-Shanghai Museum, 2007, pp. 263-264).