Antonio Ugarte y su esposa, María Antonia Larrazábal
1833. Óleo sobre lienzo, 146 x 196 cmNo expuesto
Antonio Ugarte y Larrazábal (1780-1833) fue uno de los personajes más influyentes de la camarilla de Fernando VII. Navarro de nacimiento, se trasladó a los quince años a Madrid en busca de fortuna, trabajando durante su adolescencia de esportillero y mozo de plaza, escribiente y maestro de baile, hasta que se instaló como hombre de negocios, llegando a conocer al futuro rey cuando todavía era Príncipe de Asturias, gozando de sus más íntimas confidencias y secretos. Personaje responsable de algunas de las actividades más turbias de la política fernandina, intervino muy directamente en la fraudulenta compra de navíos rusos para la reconquista de América, a espaldas del gobierno. Tras la caída del régimen liberal, en 1823, fue designado secretario del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros. Nombrado por Fernando VII ministro embajador de Turín el 17 de marzo de 1825 para alejarle de Madrid, se mantuvo en este cargo durante dos años. Debió de morir a los pocos meses de que Vicente López le retratara en este lienzo. Además de ser el único retrato de matrimonio conocido de Vicente López en su dilatada y fecunda trayectoria es, a pesar de la elegancia impostada de sus protagonistas -muestra en realidad de unos nada disimulados deseos de ostentación- uno de los ejemplos retratísticos más significativos de esta época de la producción del artista, en el que utiliza el hábil recurso de sentar a la esposa de Ugarte para solventar la diferencia de su mayor estatura respecto a su marido.
Ugarte está en pie y viste uniforme de gala de secretario del rey, sobre el que ostenta importantes condecoraciones. Del cuello penden la cruz de la orden rusa de Santa Ana y la insignia greffier de la orden del Toisón de Oro, cuya banda le cruza el pecho. Luce además la cruz de la orden de Danebrog de Dinamarca y la placa de otra condecoración extranjera. Apoya su mano izquierda en una mesa sostenida por esfinges, sobre la que descansan el sombrero y bastón del uniforme y un gran cortinaje rameado color morado. La derecha reposa en el sillón tapizado de terciopelo verde en que está sentada su esposa María Antonia de Larrazábal (casada en primeras nupcias con Juan Francisco de Echarri, de cuyo matrimonio nació Manuela de Echarri Larrazábal), que luce rico vestido bordado en plata de raso blanco y gasa, a la moda Imperio, sosteniendo en las manos los guantes y un abanico. Adornada con espléndidas joyas, lleva brazaletes de camafeos en ambos brazos, collar y pendientes de brillantes. Está peinada a la moda de las tres potencias, con tirabuzones enmarcándole las sienes, y lleva prendido en el cabello un cordón de brillantes con un colgante en forma de pájaro sobre la frente y vistosas plumas de avestruz. Cubriendo el sillón caen la capa azul de su vestido y un vistoso chal. (Texto extractado de Díez, J. L. en: El retrato español en el Prado. De Goya a Sorolla, Museo Nacional del Prado, 2007, p. 80).