Autorretrato
1907. Óleo sobre lienzo, 60 x 50 cmSala 062A
Entre los numerosos retratos que realizó Menéndez Pidal se cuentan unos pocos autorretratos. En sentido estricto son solamente dos: uno, realizado en 1895 (colección particular, Madrid) y éste del Prado pintado en 1907, igualmente sobrio y más directo y franco de factura.
Este autorretrato, de gran franqueza expresiva por su composición frontal, muestra al artista en su plenitud, el mismo año en que fue nombrado académico de Bellas Artes. La sobriedad cromática, de castiza tradición española, se ve en la elección de los colores de la vestimenta, con un chaleco de tono pardo que armoniza con la barba ligeramente castaña, y una corbata azulada, con un toque rojo. Esas pinceladas, como las que producen el brillo de los anteojos de oro, dan una luz peculiar al cuadro. Los blancos de la camisa destacan por el atrevimiento y soltura de las pinceladas verticales, restregadas en el cuello. El fondo, de color tierra de Sevilla, apenas desvía la atención del rostro, que mira de modo directo, como si el artista hubiera renunciado a todo artificio y al gesto elegante como el que aparece, muy estudiado en su aparente naturalidad, en su anterior autorretrato (Texto extractado de Barón J.: "Luis Menéndez Pidal en el Prado", en Boletín del Museo del Prado. Museo Nacional del Prado, 2004 pp. 73-74).