Bodegón con cardo, francolín, uvas y lirios
1628. Óleo sobre lienzo, 71 x 92 cmNo expuesto
No se sabe nada sobre la vida del artista; ni siquiera se habría tenido noticia de su existencia si no fuera por dos obras firmadas y por algunos dibujos atribuidos desde antiguo. La más notable de sus obras es este hermoso bodegón, firmado y fechado que ha sido casi siempre relacionado con los de Sánchez Cotán. El otro cuadro, un mediocre Cristo varón de Dolores, firmado y fechado en 1631, repite exactamente la composición de una pintura sin firmar que se encuentra en la Catedral de Toledo. Este parentesco con un cuadro de Toledo y su relación con los bodegones de Sánchez Cotán, han hecho suponer que Ramírez fue natural de esa ciudad; sin embargo, teniendo en cuenta que es posible que muchos de los bodegones de Cotán ya no estuvieran en Toledo cuando Ramírez teóricamente pudo conocerlos, hay pocos indicios para cualquier suposición.
Según Jordan, desde que en 1940, entró a formar parte de la colección del Prado, este bodegón es uno de los ejemplos más famosos del género. Ya antes de que el Museo lo adquiriera llamó la atención de Lafuente Ferrari, en quien se basó Cavestany (1936-1940) para citarlo, incluso antes de verlo. Éste pensó que quizá se trataba de la obra mencionada por Ceán Bermúdez (1800). En 1942 Cavestany publicó el cuadro apuntando su relación con Sánchez Cotán. Para Soria (1945) el cuadro es una copia de Sánchez Cotán, y Lafuente Ferrari (1946) dice que, si la obra no estuviera firmada podría haber sido atribuida a Sánchez Cotán, opinión de la que se hizo eco Angulo (1971). Al año siguiente, Angulo y Pérez Sánchez apuntaron que el cardo copia exactamente el cardo del bodegón de Sánchez Cotán, entonces en la colección de los duques de Hernani y hoy en el Prado (P7612). En 1985 Jordan observó que debió existir una relación entre este cuadro y un bodegón perdido que se menciona en el inventario del taller de Sánchez Cotán de 1603, y especulaba con que la obra de Ramírez debía ser o una copia o una versión modificada de la composición perdida.
El redescubrimiento de la figura de Sánchez Cotán ha confirmado esta hipótesis, aunque la ausencia de las uvas y de la copa con lirios ha dejado sin aclarar si la obra de Ramírez es una copia de otra perdida de Sánchez Cotán o si se trata de una versión de ese nuevo bodegón. Bergström (1970) apuntaba que los lirios de Ramírez pueden darnos alguna idea de cómo eran los floreros perdidos de Sánchez Cotán, aunque no existe documentación que pruebe que este último pintó floreros.
El hecho es que no se sabe aún si el bodegón de Ramírez es una copia o una elaboración a partir de otros. Sin embargo, se ve claramente su carácter de copia parcial si comparamos los elementos que tiene en común con el bodegón de la colección estadounidense Piasecka Johnson.
Hay diferencias en el modo de trabajar de Sánchez Cotán y de Ramírez: el primero gusta de la factura más suelta; el segundo se decanta por un tratamiento más duro y uniforme de los detalles, como se advierte en el cardo, el francolín y los lirios, lo que no resta fuerza y atractivo al bodegón de Ramírez. Por otro lado, tanto esta obra como su otra obra firmada, sugieren que su principal habilidad pudo ser la de copista más que la de intérprete de asuntos sacados del natural. Tal consideración plantea otra cuestión. ¿Acaso lo dos racimos de uvas no habrían podido ser tomados de una o más obras del Labrador?
Luna, Juan J., El bodegón español en el Prado: de Van der Hamen a Goya, Madrid, Museo Nacional del Prado, 2008, p.62-63