El Aire
1675 - 1700. Óleo sobre lienzo, 196,5 x 78 cmDepósito en otra institución
Obra de un pintor madrileño de fines del siglo XVII, forma parte de un conjunto con otras tres obras también conservadas en el Museo del Prado (P3196, P3197 y P3198). Los cuatro lienzos de la serie expresan los Elementos, a través de motivos de la mitología clásica. La figura femenina, que representa el Aire, acompañada de los Vientos porta en la mano derecha una bolsa que destila agua, representando la lluvia. En la mano izquierda lleva un haz luminoso cuya interpretación no estaba clara. Madrazo pensó que pudiese representar la Aurora, pero le faltan los atributos más característicos. Podría pensarse también en Juno, que suele encarnar el Aire en otras ocasiones, pero tampoco aparece clara su iconografía tradicional. Recientemente, J. R. Marcaida ha identificado esta representación con el ave del paraíso, cuya iconografía encaja con el tema del cuadro.
La obra tiene un colorido general, modelo humano, y técnica del rostro que resultan muy próximos a los modos de Antolínez. La diferencia de dimensiones con las otras piezas de la serie se debe a una evidente adición de tela en los laterales de las otras, que fueron agrandadas en fecha indeterminada, pero sin duda antes de 1794, en que se realizó el inventario del Buen Retiro, cuyos números llevan visibles las partes añadidas.
Esta importante serie, nunca tomada en consideración críticamente, resulta sumamente interesante como exponente de la situación artística madrileña, en el ambiente próximo a la Corte, en los últimos años del siglo XVII. En ellos se recoge mucho de las enseñanzas de Carreño, a través de Claudio Coello o de Ruiz de la Iglesia, evidentes resonancias venecianas y flamencas, ya remotas e, incluso, el conocimiento de Luca Giordano, de quien consta la presencia de obras en la corte madrileña desde, al menos, los últimos años de la década de los cincuenta. No se pueden atribuir con seguridad a ningún artista conocido, e incluso se pueden señalar ciertas diferencias de ejecución entre las pinturas. De toda la serie, salvo esta obra, que se atribuyó a Giordano, las otras tres figuraron siempre como anónimos, sin más precisión de escuela o círculo.
Pérez Sánchez, Alfonso E., Carreño, Rizi, Herrera y la pintura madrileña de su tiempo, Madrid, Ministerio de Cultura. Banco Herrero, 1986, p.348-350